domingo, 28 de septiembre de 2008

Albarracín

Albarracín está considerado como uno de los pueblos más pintorescos y bellos de España. Con la simple visita a la ciudad no es preciso de buscar más justificación a tan honrosa atribución. Emplazada a la entrada de las gargantas del Río Guadalaviar, a 1180 metros de altitud, Albarracín da nombre a la sierra en la que se sitúa (la Sierra de Albarracín) al suroeste de la provincia de Teruel.

El otro plato fuerte del fin de semana turolense fue sin duda la ciudad de Albarracín, donde llegamos en torno a las 16:15h, de este Sábado, 27 de Octubre del 2008.

Aparcamos al lado de nuestro hotel, el muy recomendable Hotel Arabia, en la parte más baja de la ciudad, y ya bajándonos del coche y mirando con cierta perspectiva, nos quedamos fascinados con el entorno arquitectónico de tan singular belleza, y desafiante a los principios más básicos de la gravedad, que se elevaba sobre nuestras cabezas.

No perdimos tiempo en pasar por el hotel, e inmediatamente nos dirigimos al centro de la ciudad para realizar la visita guiada, que prometía un rotundo interés. Subimos por la peculiar escalinata que desde la carretera conduce al centro histórico, y pronto alcanzamos la Plaza Mayor de la localidad, muy cerca de la cual encontramos el establecimiento turístico "El Andador", que organiza rutas guiadas por la localidad.

Nos informaron que la siguiente ruta guiada estaba planificada a las 17:00h, por lo que disponíamos de unos minutos para tomar contacto con la ciudad por nuestra cuenta.

Anduvimos un poco por estas angostas y peculiares callejuelas hasta llegar a un bonito mirador, junto a la Catedral y el Palacio Episcopal de la localidad, que nos ofrecía una soberbia vista sobre todo Albarracín, destacando el impresionante sistema de murallas que guarnecían la fortaleza y Torres de la Engarrada, y del Andador, sitas en el punto más alto del cerro, por cuya ladera se van descolgando, a modo de colmena, y unas encima de otras, todas la peculiares casitas del característico color ocre que tanta personalidad provee a la ciudad, hasta la propia vega del Río Guadalaviar, el cual rodea y delimita el centro histórico de la ciudad.



Muy cerca se encontraba la sede de la Fundación Santa María de Albarracín, concretamente en el histórico edificio de las Caballerizas del Palacio Episcopal, hábilmente recuperado para las labores de difusión turística llevadas a cabo por dicha Fundación. Visitamos brevemente este lugar, donde disfrutamos de un corto audiovisual explicativo de la historia y arquitectura de la ciudad, muy interesante para su interpretación.

Nos presentamos puntuales a las 17:00h en la Plaza Mayor para iniciar la visita guiada. Pronto descubrimos el gran nivel de erudición sobre la zona que poseía nuestra guía, Erosia, y la pasión que imprimía en las explicaciones que nos ofrecía sobre los aspectos históricos y culturales de aquella, su tierra. También nos ayudó en estos primeros momentos de la visita a saber interpretar la peculiar arquitectura de la población, basaba en el uso del yeso y la madera, que si bien resultaba sencilla, demostraba su contundente eficacia para soportar el paso de los siglos, no en vano algunos de los enormes maderos que soportaban el peso de cada piso, entresacaban los balcones, e incluso ampliaban la superficie de la planta a medida que se ascendía en altura, tenía casi ocho siglos de antigüedad. Según nuestra guía, la fortaleza de estos pilares se debía al conocimiento profundo del trabajo de la madera, y al corte de la misma, realizado en luna menguante y con savia muerta (circunstancia ideal en enero para árboles de hoja caduca).

Nos pusimos en marcha bajando desde la Plaza Mayor por la calle Azagra, cuya peculiaridad radica en que ofrece dos perspectivas bien distintas, según se baje o según se suba. Resulta también curiosa la casa que hace esquina entre esta calle y la Calle Postigo, una casa de geometría muy irregular hasta el punto de presentar visibles seis lados.

Continuamos la marcha y en seguida nos topamos con la famosa Casa Azul, la única de este color que existe en la población, y una de las pocas con estética distante de esos ocres, característicos del yeso oxidado por la humedad. Giramos luego a nuestra izquierda para tomar la Calle del Chorro, ofreciéndonos el paseo por la misma una vista excepcional hacia La Alcazaba y La Catedral.

Hicimos una pequeña parada en un lugar de esta calle para observar la impresionante inclinación que presenta el flanco de una de las casas, con más de 60cm de desplome, apurando al máximo extremo su equilibrio gravitatorio.

Proseguimos ahora hasta la Iglesia de Santiago (s.XVII) de la que se eleva una de las más vistosas torres de la ciudad, y tomamos la calle del mismo nombre hasta llegar a la Casa de la Julianeta, que propicia una de las fotos más típicas de Albarracín. Se trata de una edificación sin un sólo muro en perfecta verticalidad, desafiando de igual modo la ley de la gravedad.

Muy cerca de la casa de la Julianeta se encuentra el Portal de Molina, llamado así porque de aquí partía el camino hacia Molina de Aragón. Está formado por dos robustos torreones cuadrados y poseía un matacán defensivo para arrojar objetos a los invasores. Continuamos el paseo reparando en las curiosas celosías y blasones que lucían algunas casas señoriales, de grandes portones decorados con curiosas aldabas de motivos animales (reptiles, fundamentalmente), hasta llegar al llamado Rincón del Abanico, desde donde podemos admirar un buen ejemplo de los principios arquitectónicos de la ciudad, llevados de nuevo al límite, con casas desafiantes a la gravedad y a los años, incrementado la planta en cada nivel superior con voladizos inverosímiles.

Y por último, para finalizar la visita guiada, nos dirigimos a extramuros de la ciudad, para admirar primero la fachada barroca del Palacio Episcopal (s. XII-XVIII), residencia de los obispos de la diócesis de Albarracín, y La Catedral, del s. XVI, construida sobre una edificación anterior del siglo XII, de origen románico o mudéjar, aunque conserva losas con inscripciones de origen romano.

Y así terminamos la visita guiada a la ciudad, en el mismo mirador que disfrutamos a nuestra llegada, ya sólo quedaba pasar por el hotel para acomodarnos, y disfrutar después de una provechosa cena en el restaurante "El Rincón del Chorro", donde pudimos dar buena cuenta de una muestra gastronómica sin igual, muy tradicional de esta tierra, una sopa de ajo en perola, y una suculenta paletilla de ternasco convenientemente regado con un vigoroso caldo del Bajo Aragón.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Teruel existe...

La ciudad de Teruel no sólo existe, sino que además se considera la Capital del Mudéjar, y así se lo reconoció la UNESCO en 1986, al otorgarle la condición de Patrimonio de la Humanidad. Con una población de en torno a 35.000 habitantes, se trata de la Capital de Provincia menos poblada de España, pero no por ello la menos interesante desde la perspectica, histórica, cultural, artística, natural o gastronómica, sino todo lo contrario.

Llegamos a Teruel en torno a las 20:45h de la noche del Viernes, 26 de Octubre de 2008, en compañía de Iván, Natalia, y la pequeña Olga. Habíamos empleado varios días en planificar concienzudamente nuestra estancia para extraer el máximo jugo a esta interesante tierra durante nuestra corta estancia de fin de semana. Callejeando por las calles de la localidad para encontrar el muy recomendable Hostal Serruchi, donde nos alojaríamos, dimos con el mismo casi a los pies del bonito Acueducto de Los Arcos, considerado como la obra de ingeniería civil más importante de todo el renacimiento español. El arquitecto, que proyectó y realizó este acueducto, fue Pierres Vedel, y a la hora de concebirlo se inspiró y trató de emular, a las portentosas obras de ingeniería civil realizadas por los romanos, de los cuales se percibe intensamente la inspiración de esta construcción.

También nos topamos en esta zona con la primera de las joyas de la Capital del Mudéjar, La Iglesia y Torre de La Merced, edificio muy representativo de este arte, aunque en una proporción si cabe más humilde que el resto de las edificaciones que se pueden encontrar en la ciudad.

Aparcamos bajo Los Arcos y nos dirigimos al hostal para registrarnos en el Hostal y descargar el equipaje. A las 21:00h teníamos reservada nuestra primera cita gastronómica, en el restaurante Ambeles, identificado a priori como uno de los referentes gastronómicos de la ciudad, y ya íbamos con cierto retraso. Pudimos disfrutar de una agradable cena, compuesta por un menú degustación, a base de unos entrantes seleccionados por el cocinero: jamón de Teruel (quizás no es éste el mejor que puede encontrarse en la ciudad), foie, salmón ahumado, y pastel de pescado; y unos segundos de los cuales destacó el chuletón, de buen tamaño, bien presentado y elaborado, una paletilla de ternasco y un pescado, correctos en ambos casos. Tras la cena dimos un ligero paseo por el centro para determinar la ubicación de los puntos de interés más destacados de la ciudad, y retirarnos a descansar para afrontar la intensa jornada que teníamos planificada para el sábado.

Nos pusimos en marcha a las 10:00h de la mañana del Sábado, con objeto de visitar el centro histórico de la ciudad, cuyo plato fuerte sería la visita guiada organizada por el ayuntamiento que partía desde la Plaza de Los Amantes, a las 12:00h. Hasta dicha hora, dimos un agradable paseo, desde la zona de Los Arcos, girando por el Torreón de La Bombardera, uno de los múltiples torreones que conformaban la muralla de la ciudad, y que se conservan en buen estado, para llegar enseguida al centro neurálgico de la ciudad, la Plaza del Torico. Dicha plaza toma su nombre por el curioso monumento compuesto por una columna de alto fuste sobre cuyo capitel apenas podemos apreciar, hasta llegar muy de cerca, la figura de un pequeño a la vez que bonito torito de bronce, acompañado de la característica estrella, y configurando así el conjunto simbólico que identifica a la ciudad, "El Toro y La Estrella", que refiere a la antigua leyenda de su creación http://www.caiaragon.com/es/arbol/index.asp?idNodo=132&idNodoP=38



Casi anexa a la Plaza del Torico encontramos la Plaza de Los Amantes, donde está la sede de la oficina de turismo y así mismo se encuentra el Mausoleo de Los Amantes. Dado que faltaba algún tiempo para el inicio de la visita guiada, decidimos emplear unos minutos visitando el mausoleo conmemorativo de Los Amantes de Teruel, probablemente, la historia de amor más romántica y triste que conservamos en la memoria popular española (http://www.amantesdeteruel.es/cabecera_amantes.html). El mausoleo alberga diversos contenidos audiovisuales, y documentales relacionados con la cultura de la época en la que transcurre la historia (s. XIII), así como los sarcófagos donde descansan eternamente los cuerpos de Juan Martínez de Marcilla y de Segura, hija de Pedro Segura. Lo más destacable de dichos sarcófagos es que permiten observar los restos momificados de los amantes en su interior. Así mismo, cabe destacar el detalle de las estatuas yacentes sobre los sarcófagos, esculpidas por Juan de Ávalos, acercando sus manos sin llegar a tocarse, en representación de un amor no consumado. (http://www.caiaragon.com/es/actividades/index.asp?idAct=79&idSeccion=6&idTipo=78&idloc=450)

Puntualmente a las 12:00h comenzó la visita guiada, en la Oficina de Turismo de Teruel, sita muy cerca del Mausoleo de los Amantes. La guía, tras contarnos la historia de los Amantes, ayudada con una divertida escenificación improvisada por parte de algunos presentes, llevo nuestra atención precisamente hacia la Torre de San Pedro, la más antigua de las torres mudéjares turolenses (s.XIII), que se levanta anexa al mausoleo, en la bonita Iglesia de San Pedro. Dicha torre conserva en sus elementos ornamentales simbología correspondiente a la convivencia de las tres culturas en la ciudad: Cristianos, Judíos y Musulmanes.


Nos dirigimos después a la Plaza del Torico, donde la guía nos explico de primera mano la leyenda de la fundación de la ciudad así como la interpretación de la simbología del Toro y la Estrella. Adicionalmente nos informó del uso que se dio a dicha plaza en la Edad Media como lugar de aprovisionamiento y acumulación de aguas, a través de los aljibes del s.XIV que aún se conservan en su subsuelo. También llamó nuestra atención sobre los edificios modernistas sitos en dicha plaza, Casa Ferraz, La Casa de La Madrileña y la antigua Casa de Tejidos "El Torico", actualmente perteneciente a la Caja Rural de Teruel.

Continuamos con un breve paseo hasta llegar a la Plaza de la Catedral, donde se alza la Catedral de Santa María de Mediavilla, conjunto arquitectónicamente complejo fruto de sus ocho siglos de existencia. Posee otra de las importantes Torres-Campanario Mudéjares de la Ciudad, ligeramente inclinada debido al efecto del secado irregular de los ladrillos, cuya parte baja es atravesada por una calle, y rematada en lo alto con un cuerpo superior de datación posterior (s.XVIII). Anexa a la catedral se encuentra la Casa del Dean, con su curiosa fuente, del s.XVI.

Nos dirigimos ahora hacia la Plaza Pérez Prado para visitar otra joya Mudéjar de la ciudad, La Torre de San Martín (s. XIV). Es impresionante ver como eleva el colosal edificio al final de la calle de Los Amantes, mientras te vas acercando al mismo caminando por esta calle. Está constituida por dos torres, una envolviendo a la otra, discurriendo por el espacio entra ambas una escalera que da acceso al campanario. La torre exterior incorpora toda la ornamentación: paños de ladrillo resaltado, lazos formando estrellas de ocho puntas, friso de arcos mixtilíneos y arcos lobulados entrecruzados. Fue restaurada en el s. XVI, por el arquitecto Pierres Vedel, que incorporó un muro de sillares en talud en el flanco sudoccidental para evitar el vencimiento que la torres estaba sufriendo hacia dicho flanco.

Proseguimos ahora por la Calle Yagüe de Salas deteniéndonos brevemente en la Plaza de Cristo Rey, más popularmente conocida como Plaza de las Monjas, dada la presencia del Convento de Las Claras.

Continuamos la marcha llamando nuestra atención a la perspectiva completa de la catedral que nos propició el paseo por esta calle, y continuamos hacia la Calle del Salvador para llegar a otro de los monumentos mudéjares más representativos, La Torre del Salvador. Se considera coetánea y hermana de la Torre de San Martín, saltando a la vista las similitudes entre ambas.

Finalizamos la visita a la ciudad en el Paseo del Óvalo, muy cerca de la llamada Escalinata, que comunica el centro de la ciudad con la estación de ferrocarril. Desde aquí se aprecian unas bonitas vistas al entorno de Teruel, y la posibilidad de alargar el paseo, especialmente indicado para hacerlo de noche.

Y tras esta excepcional visita guiada a la ciudad, acabamos nuestra estancia en la ciudad reponiendo fuerzas en el Bar Restaurante Aquí Teruel, donde tuvimos la oportunidad de degustar un exquisito corte de Jamón Denominación de Origen Teruel, unos excelentes quesos de la tierra, y algunas otras viandas que restauraron nuestro apetito a plena satisfacción.