sábado, 14 de junio de 2008

Geocaching Arena 2008

En el día de hoy hemos celebrado el Geocaching Arena 2008, tercera edición de este ya clásico evento de Geocaching que tengo el placer y satisfacción de organizar en colaboración con Fernando (Ratone) y Stefan (Seekmuch). Hemos tenido la oportunidad de compartir un espléndido día junto a la agradable compañía de casi 40 equipos de Geocaching, que han disfrutado intensamente de los divertidos juegos, estaciones intermedias y caches que hemos distribuido a lo largo de las tres bonitas rutas que diseñadas para el evento, y que discurren por el singular y privilegiado entorno natural del Puerto de La Morcuera.
Llegué poco antes de las 9:30h de la mañana al punto de encuentro concertado para esta especial reunión de geocachers. Ya se encontraban en la zona numerosos equipos participantes en el evento, charlando y cambiando impresiones. Tras los saludos iniciales procedí a la entrega de los ya tradicionales certificados de asistencia al evento y del pathtag (pequeña moneda) acuñado a modo conmemorativo de la celebración de esta edición del evento. También aproveché para hacer circular el libro de honor del evento entre los asistentes para que procediesen a su registro y firma.

El día se presentaba absolutamente espléndido, radiante, despejado y luminoso, a modo de paréntesis a la inestabilidad meteorológica generalizada que llevábamos arrastrando en Madrid en las últimas semanas, circunstancia no muy habitual para estas fechas, y estando ya tan próximo el inicio del verano. Afortunadamente pues, las condiciones meteorológicas se presentaban de manera óptima, siendo el mejor de los presagios para el desarrollo de las actividades que íbamos a desarrollar.

Pronto terminaron de llegar el resto de equipos de Madrid, las huestes Catalanas junto a Fernando, y poco después llegó Stefan y Arancha, que venían un poco más rezagados dado que tuvieron que esperar la llegada del autobús que traería desde Madrid hasta Manzanares el Real a los participantes Letones que habían confirmado su asistencia a última hora.

Mientras Stefan terminaba de preparar el Memorial Cache que habilitaríamos durante el transcurso del evento, explique brevemente el entorno en el que nos encontrábamos, algo que consideraba que podría ser interesante dada la relevante presencia de foráneos que asistían al evento. El entorno no en vano lo merecía, estábamos en el Refugio-Albergue de La Morcuera, muy cerca del Puerto del mismo nombre, que junto con el cercano Puerto de Canencia, forman los dos tradicionales pasos desde Madrid al Valle del Lozoya, superando las últimas estribaciones de la Cuerda Larga. Al fondo presidían la estampa las colosales alturas de La Najarra, La Loma de Bailanderos, y la Cabeza del Hierro Mayor, cuyas laderas norte presentaban un precioso aspecto por el amarillo del piorno en flor, sobre un lecho fresco y verde, gracias a las abundantes precipitaciones de esta temporada. También impresionaba la vista del Macizo de Peñalara, que todavía mantenía importantes neveros, y su prolongación natural, los Montes Carpetanos, cadenas montañosas que cierran por el norte el bonito Valle del Lozoya.
Terminada la explicación del entorno procedimos a explicar sobre mapa las tres rutas que íbamos a desarrollar. Básicamente tendríamos la Ruta 1, que bajaría varios metros de desnivel bastante fuerte por el cauce del Arroyo Aguilón hasta interceptar el GR-10.1 a la altura del Aula de la Naturaleza, para regresar al punto de encuentro por este sendero, ancho y en buen estado, y con pendiente ascendente moderada. La llamada Ruta 2 cubriría el mismo recorrido circular, pero en sentido contrario, de tal modo que el desnivel ascendente se encontraría concentrado muy al final, subiendo por el Arroyo Aguilón. Y por último la Ruta 3, que tras emplazar el cache conmemorativo en la inmediaciones del Puerto de la Morcuera, tomarían la bonita pista que de allí mismo sale y discurre bordeando la base de la ladera Norte de La Najarra, y alcanza el GR-10.1 en las inmediaciones de su primera intersección con el Arroyo de la Najarra. Seleccionadas las rutas y distribuidos los participantes en sus correspondientes grupos, entregamos las pertinentes descripciones de los itinerarios y waypoints intermedios a visitar, y nos pusimos en marcha con decisión.
Yo acompañé al grupo que seguiría la Ruta 1. Iniciamos la marcha unos pocos metros por el GR-10.1 y al llegar a las inmediaciones del Arroyo Aguilón, nos desviamos del camino bajando con pronunciada pendiente, tenido que cruzar de lado a lado el arroyo en alguna ocasión para buscar el terreno más propicio para caminar. El primer punto de parada era un cache tradicional llamado "La Piedra del Mirador". Se hallaba en un claro del bosque, en unas formaciones rocosas muy propicias para esconder un cache. Una vez en el punto el grupo dio con el cache sin mayores problemas, y con gran pericia, dado la habilidad con la que estaba oculto.
Proseguimos la marcha bajando todavía con gran inclinación por el cauce del Arroyo Aguilón. El siguiente punto era la primera etapa del itinerario a recorrer para alcanzar el cache "El Tesoro del Tuerto Pirón", en homenaje al bandolero del s.XIX Fernando Delgado Sanz, natural de Santo Domingo de Pirón (Segovia), localidad de la cual recibe su pseudónimo, junto a su minusvalía de un ojo.
Se cuenta en Rascafría que este bandolero robaba a los ricos, asaltaba iglesias y caminos y luego lo repartía entre los más necesitados; cometía sus fechorías por la noche y durante el día se ocultaba en el hueco del gran ejemplar de olmo sito en la Plaza de España de la localidad.
Este cache, emplazado en unos de los rincones de esta sierra que fuera testigo de sus fechorías, intenta recuperar para la memoria popular su leyenda. Así fue como puse en contexto a los compañeros de aventura en el momento de alcanzar la primera multiestación.

Rápidamente los más jóvenes dieron con un objeto no demasiado frecuente de encontrar en el bosque: un palo de herramienta; pico, o similar.

Continuamos la marcha ya por el fondo de la angosta garganta que forma aquí el Aguilón, todavía por senda poco definida, hasta alcanzar la segunda multiestación del cache, emplazada y bien escondida en un huevo en la roca, muy cerca del cauce del arroyo. Para gran sorpresa de los asistentes, se trataba de una hoja de azada. Empezaba a formarse un inquietante y sorprendente puzzle.
Esto hizo que se despertase el interés por continuar, así que rápidamente proseguimos hacia la siguiente estación, ahora por una senda bien marcada junto al arroyo. Pronto el GPS empezó a girar hacia nuestra izquierda (Sur), a unos 50 metros de distancia ladera arriba. Los más curiosos no dudaron en lanzarse ladera arriba para intentar encontrar, entre unas rocas, nada más y nada menos que una pala. Parecía claro que habría que cavar, pero, ¿Qué más sorpresas nos depararía el cache?.
Estábamos a muy pocos metros del punto final, por lo cual continuamos en dirección al cache por la propia ladera y sin perder altura. A medida que nos acercábamos podíamos ir comprobando que, como en los tesoros de leyenda, una cruz marcaba el lugar. Pero en este caso la cruz no era otra que la de tumba del propio Tuerto Pirón, ante el estupor de todos los asistentes.


Como parecía claro que habría que desenterrar el cache, los más enérgicos asistentes liderados por Pepe (ppcampillo) se pusieron manos a la obra, y tras breves instantes de apartar tierra, se descubrió el féretro del difunto. Y al abrirlo, encontramos estupefactos sus restos rodeado de serpientes. Mayor sorpresa fue cuando descubrimos que el difunto estaba más vivo que muerto y que bailoteaba y chillaba a ritmo de un inquietante son.

Tras un rato de risas y buena diversión, dejamos la tumba del Tuerto Pirón en perfectas condiciones para disfrute de los subsiguientes grupos, y proseguimos la marcha hacia el siguiente cache, donde nos encontraríamos con los participantes de la Ruta 2.

Mientras el grupo de la Ruta 2 se aproximaba mientras eran interceptados por un grupo de scouts que andaban esturreando al ganado ante su estupor, nosotros que ya estábamos llegando a la zona del cache, empezamos a observar que la flecha se desviaba misteriosamente hacia el interior de una poza que allí formaba el arroyo.
Cuando el grupo 2 llegó a nuestra posición, observamos que traían las herramientas necesarias para alcanzar el cache: Unas gafas de bucear, un respirador, un bikini, un bañador, y unas chanclas. Además pronto se adivinó la presencia de algo muy extraño que destacaba en el fondo de la poza. Parecía claro que habría que remojarse un poco.
Para sorpresa de todos, y cuando la mayor parte de la gente todavía andaba dubitativa sobre como acceder al cache, el tandem Noedavne y Ciberaid (Noe y Jose) se despojaron de sus vestiduras y sin pensarlo dos veces rápidamente se abalanzaron a por el cache. Ya nos contareis más despacio cómo es posible que salierais de casa con el bañador puesto sin saber la que os estaba esperando.

Mucha diversión con este cache y con este encuentro entre los dos grupos. Para nuestra sorpresa Josep (bat62) hizo entrega a Antonio (Antoniobj) de una pareja de llaves que nos ayudarían a encontrar el siguiente cache.
Nos pusimos en marcha puesto que ahora tocaba encontrarnos con nuestros amigos de la Ruta 3, con los que coincidimos a la altura del pequeño vivero junto a un refugio. También intercambiamos impresiones sobre cómo iba marchando el evento y se adivinaba la cara de absoluta satisfacción y completa diversión de todos los presentes.

Tras la breve charla, proseguimos adelante para localizar nuestro siguiente cache. Su nombre seguro que nos depararía alguna nueva sorpresa: “Hay que estar colgao…”, por lo que nos pusimos rápidamente manos a la obra marchando con diligencia al lugar.
En primer lugar tendríamos que localizar una herramienta que nos ayudaría a conseguir dicho cache. Accedimos al lugar y tan sólo pudimos fijarnos en una escalera encadenada a un pino. Nos acercamos a echar un vistazo y pudimos comprobar que una de las llaves abría dicho candado. Sin lugar a dudas, el cache haría honor a su nombre, y seguro que estaría colgado.

La posición final estaba cerca y lo localizamos rápidamente: nada más y nada menos que un nido de pájaro, en cuya cubierta se encontraban las iniciales “GC”. Estaba claro. Sin mayores dilaciones, Antonio cogió presto la escalera (de controvertida estabilidad, todo hay que decirlo), y apoyándola sobre el pino ascendió sin pensarlo demasiado a recuperar el cache. Ya sólo le separaba del cache otro pequeño candado que abrió hábilmente con la segunda de las llaves que disponía.

Recuperado el cache del interior del nido, procedimos a la firma mientras Antonio seguía manteniendo el tipo colgado del árbol para facilitar la reposición del cache. Muchas gracias Antonio, y perdón por el eterno rato que te hicimos pasar allí colgado.
Con esto concluimos el último cache de la ruta y sólo nos quedaba regresar al punto de inicio por el anchos y limpio sendero GR-10.1, con moderada pendiente ascendente, que el intenso sol de la jornada hizo un tanto duro de superar. Una vez en la zona inicial, buscamos un hueco donde comer mientras terminaban la ruta el resto de grupos.
Ya sólo quedaba terminar con un juego colaborativo que nos depararía la clave para encontrar el bonus cache. Pedimos 10 voluntarios que encerramos hábilmente en un cuadrilátero delimitado por cintas de embalar.
Si se las ingeniaban para salir de cuadrilátero sin romper las cintas, habría conseguido la última incógnita para que el grupo pudiera obtener la posición final del cache. La verdad que todos los voluntarios mostraron un gran desparpajo y resolvieron hábilmente el juego, con un pelín de ayuda de los que estábamos fuera, imprescindible para la seguridad de todos ellos.

Así pues, sólo quedaba visitar el cache final, situado en una zona relativamente cercana y despejada de vegetación, con unas espectaculares vistas hacia Peñalara y La Cuerda Larga.

Algunos se lo tomaron con más tranquilidad y decidieron quedarse en el lugar donde almorzamos intercambiando algunos travel-bugs y charlando entusiásticamente sobre este fascinante hobbie que nos une y nos acerca, desde lugares tan diversos y variados.

Una vez reunidos la mayor parte de los asistentes en la zona del bonus cache, tomamos unas fotos de grupo para dar por concluido el evento. Como algunos todavía teníamos ganas de más, nos acercamos un nutrido grupo de asistentes a Miraflores de la Sierra para refrescarnos un poco con las apropiadas dosis de cerveza y refrescos y seguir charlando y cambiando impresiones. Ocasiones como el Geocaching Arena, hay pocas al año, y hay que aprovecharlas.

Noemí (Nahane), que participó en otra de las rutas nos cuenta como vivió la experiencia en la Ruta 3:

Después de una noche de algún que otro exceso empezaba nuestra aventura de Geocaching Arena 2008. Nos habían prometido sorpresas en el recorrido de este año, por lo que estábamos deseando comprobar qué nos deparaba el día.

El primer punto fue el Refugio-Albergue de la Morcuera donde empezaríamos la jornada. Aquí empezaron los saludos a viejos amigos y a algunos que no conocíamos. Me gustó volver a encontrarme con algunos compañeros a los que sólo tenemos la suerte de ver en este evento.

Después de los saludos y las presentaciones Juande dio una breve explicación de la zona (qué picos podíamos ver desde la zona de aparcamiento, la flora de la zona…), así como las diferentes rutas que podíamos elegir (nosotros optamos por la ruta 3, la mas dura).
Una vez que todos los grupos estuvieron formados nos pusimos en camino hacia el primer punto. Tuvimos que andar unos kilómetros por carretera y después nos desviamos a la izquierda donde, después de atravesar una valla, escondimos el caché Memorial del evento.
Después de cruzar la carretera fuimos al primer punto donde encontramos nuestra primera sorpresa: unas llaves. Las instrucciones decían que teníamos que llevarnos las llaves porque quizá más adelante nos harían falta, y así lo hicimos.

Acto seguido nos dirigimos al segundo punto a través de un camino sin ninguna dificultad. Tras unos kilómetros llagamos a la zona de las coordenadas y tras cruzar un pequeño riachuelo llegamos a nuestro objetivo y encontramos una caja que contenía unas gafas de bucear, unas chanclas y un tubo para respirar bajo el agua. En este momento empezaron las primeras bromas, las risas y todo tipo de suposiciones a cerca de la necesidad de estos objetos para poder encontrar el caché final. Después de un rato de cachondeo nos pusimos en camino hacia el tercer punto con la caja y las llaves.

Para llegar al siguiente punto seguimos el camino que llevábamos y encontramos un tupper que contenía un bañador y un bikini. En este punto se empezaron a hacer apuestas sobre quién sería el afortunado que tendría que mojarse para conseguir el tesoro. Cargados con todas las sorpresas que nos habíamos encontrado por el camino seguimos campo a través por el bosque y empezamos a descender.

Cuando llegamos a las coordenadas marcadas teníamos que buscar una herramienta grande que nos sería útil más adelante. Nos costó un poco encontrarla porque las coordenadas no eran muy precisas, pero dado que el grupo era numeroso al final dimos con ella. Encontramos, atada a un árbol, una escalera. En este momento tuvimos que usar las llaves que habíamos encontrado en el primer punto.
Con la escalera a cuestas nos encaminamos al siguiente punto. Seguimos descendiendo hasta que llegamos a la pista y unos metros más adelante nos desviamos a la izquierda y subimos un poco. En este punto, las instrucciones decían que tenías que estar colgado para encontrar el caché y es cierto (literalmente colgado). Aquí necesitamos la escalera aunque no era muy segura así que al final terminaron trepando. Para poder acceder al caché tuvimos que usar la otra llave que habíamos encontrado al principio.

Una vez que todos habíamos firmado continuamos con nuestro recorrido volviendo a la pista y seguimos por ella hasta que nos cruzamos con el grupo 1, punto en el que aprovechamos para intercambiar impresiones de las pruebas y después cada grupo siguió su camino. Tras varios kilómetros cruzamos el arroyo y fuimos a hacer el caché de Arroyo de la Najarra.

Aquí nos dimos cuenta de para qué eran todas las cosas que habíamos encontrado porque para conseguir el caché había que meterse en el agua. La verdad es que no hizo falta insistir mucho porque enseguida Xavrydo se lanzó al agua sin pensárselo dos veces. Nos lo pasamos genial, este caché fue muy original, pero todavía nos esperaban más sorpresas. Aprovechamos este punto para descansar y algunos incluso se atrevieron a darse un pequeño chapuzón.

Desde este punto nos dirigimos al caché del Tuerto Pirón. Nos metimos en el bosque y empezamos a ascender por una fuerte pendiente, fue el tramo más duro de la jornada. Cuando llegamos arriba encontramos una tumba y de repente vimos a Marc y a Sergi profanándola: no podíamos creer lo que veíamos.
Bueno en realidad encontramos la tumba del Tuerto Pirón y teníamos que desenterrar la caja que estaba llena de culebras… Qué asco!!! Después de las bromas, risas… y de firmar el log book fuimos al caché de la Piedra del Mirador.
A lo largo del camino tuvimos que parar para dar tiempo al grupo 2 para hacer el caché sin problemas.

Cuando llegamos a las coordenadas nos costó un poco encontrar el caché porque el contenedor se camufla muy bien.


Una vez encontrado, volvimos al punto de encuentro donde nos unimos al grueso de grupo para reponer fuerzas y terminar la jornada con un divertido juego que nos daría la posición final del Bonus Cache.

Por último sólo queda dar las gracias a todos los participantes por vuestra asistencia. Esperamos volver a veros el año que viene, con nuevas sorpresas y sobre todo, mucha diversión.

Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc:

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=156794

domingo, 1 de junio de 2008

Ruta de los Castillos del Sur de Toledo, cache a cache.

La Ruta de los Castillos del Sur de Toledo nos ayuda a reencontrarnos con el intenso pasado que vivió esta comarca en la Edad Media. Disputada franja fronteriza entre Reinos Moros y Cristianos durante buena parte de La Reconquista, las sucesivas batallas, invasiones, conquistas y reconquistas de estas disputadas plazas por ambos ejércitos nos han dejado para el recuerdo un riquísimo conjunto de impresionantes fortalezas, atalayas, castillos, o torres de vigilancia, cuyos esqueletos pétreos no sólo nos dan idea tanto de su esplendoroso pasado, sino también del manifiesto desinterés por nuestro patrimonio cultural.
Castillo de Mascaraque, Toledo.
Este Domingo, 1 de Junio de 2008 hemos aprovechado para alternar nuestra afición favorita, geocaching, con esta peculiar ruta cultural. Habíamos quedado en vernos a las 9:30h en el Castillo de Almonacid de Toledo. La primera referencia histórica que se tiene de este castillo data del año 848 como fortaleza árabe y, más tarde, pasó a manos del rey Alfonso VI como parte de la dote de la princesa Zaida.

Ya estaba presente la mayor parte del grupo a mi llegada (Antonio, Noemí, Marino, Silvia, Rubén, Laura, Jose, JuanMa y Noelia), a falta sólo de Fernando, Concha, Pablo y Dayana. Hacía ya algún tiempo que no nos veíamos y se sucedían constantemente las bromas y conversaciones.

A los pocos minutos terminaron de llegar el resto de integrantes de la expedición, y empezamos a buscar el primero de los caches de la jornada, un tanto dificultoso por la hostilidad del entorno para la señal GPS. Una vez localizado, hicimos una breve visita al interior de esta impresionante fortaleza, destacando los aljibes en buen estado de conservación y los restos de sus importantes torreones y colosales paredes internas que a duras penas se mantienen en pie.

Tras la visita al excepcional emplazamiento del Castillo de Almonacid, continuamos nuestra Ruta de los Castillos del Sur de Toledo parando ahora en la localidad de Mascaraque. Este Castillo, a pesar de ser de propiedad privada en la actualidad, a diferencia de otros muchos está acondicionado como vivienda, por lo cual su estado de conservación y cuidado es exquisito, destacando del mismo el bonito jardín que lo rodea, decorado con gran gusto.

El Castillo de Mascaraque se data en el S.XIV, y considerado como perteneciente a la familia Padilla, aunque no se sabe si a la del famoso comunero o a la de algún vecino del pueblo llamado así. Fue construido como enlace entre los castillos de Almonacid y Mora, ambos mucho más importantes y fuertes que éste.
La búsqueda se hizo más larga de lo esperado ya que el grupo venía con unas expectativas muy altas de homenajearse contundentemente y por tanto les costaba mantener la atención en el juego, a favor del disfrute, las bromas y la charla conjunta, que por otra parte, es lo mejor que puede pasar. Fue aquí cuando Wendolyn comenzó a tomar las riendas del asunto, demostrando maneras.

Después de visitar el Castillo de Mascaraque proseguimos nuestra ruta hacia la localidad de Mora de Toledo. La visita mereció mucho la pena, especialmente por la celebración de una concentración de "tunning" en el parque sito en punto inicial del cache.
Pudimos disfrutar mucho de este espectáculo dado que los vehículos expuestos estaban dotados de una personalización de muy buen gusto en general, y algunos de ellos ostentaban un equipamiento musical que bienpudiera medirse en número de watios con los de cualquier discoteca de medio tamaño.

Tras pasar un buen rato disfrutando de este espectáculo proseguimos visitando los puntos intermedios situados en el centro de la localidad, necesarios para llegar a la ubicación final del cache.
Este cache se encuentra finalmente localizado en el espectacular Castillo de Peñas Negras. Este emplazamiento es absolutamente soberbio, ya que las murallas de la fortaleza aparentar crecer como prolongación natural de las escarpadas peñas sobre las cuales se asienta, en lo alto de la llamada Sierra del Castillo, un mirador sin igual tanto al llano Manchego, como a las primeras estribaciones de los Montes de Toledo.
Fue construido en el siglo XII por orden de Alfonso VII, sirviendo de inexpugnable enclave en las luchas de las milicias toledanas lideradas por Munio Alfonso contra las hordas almorávides.

Tras disfrutar del singular paraje del Castillo de Peñas Negras, pusimos rumbo a la localidad de Orgaz para visitar El Castillo de Los Condes de Orgaz, edificación acondicionada y de carácter privado en un excepcional estado de conservación. Se trata de una fortaleza medieval construida en el siglo XIV por orden de Don Pérez Guzmán, Conde de Orgaz, sobre otra edificación del siglo XII, y reformada en el siglo XV.

Leímos la placa informativa y proseguimos hacia la pequeña pedanía de Arisgotas, donde visitamos los puntos de interés de la localidad, la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción y el Museo de Arte Visigodo, completando expeditivamente las estaciones intermedias.

Una pena encontrar el Museo cerrado, ya que a pesar de ser muy pequeñito, la visita merece la pena para disfrutar de los curiosos relieves de motivos Visigodos tallados en la colección de piedras expuestas.

Con la coordenada final calculada, pusimos rumbo al cercano yacimiento arqueológico visigótico del Monasterio de Los Hitos, visita de extraordinario interés, destacando los inquietantes enterramientos ubicados en este conjunto. Como resultado de las excavaciones llevadas a cabo en los años 70 por el arqueólogo Balmaseda Muncharaz, y pese al deterioro de los perfiles y a la vegetación, se distingue fácilmente la nave de una pequeña iglesia datada por su excavador en el siglo VII de nuestra era, y que podría formar parte de un amplio complejo monacal visigodo. También se pueden ver diversos enterramientos del tipo conocido como "cistas" a base de lajas de pizarra, que han perdido la cubierta, destacando entre todos un sarcófago antropomorfo tallado en un solo bloque de mármol.
Comenzó a chispear ligeramente, puesto que sin más dilación y una vez firmado el libro de registros del cache, proseguimos nuestra marcha en pos del cache sito en las inmediaciones del Castillo de Manzaneque.

Efectuamos la aproximación a Manzaneque desde Orgaz, por una pista de arena en buen estado general, ya que el itinerario por carretera da algún rodeo innecesario. Aparcamos en el lugar recomendado, muy cerca del Castillo, por lo cual nos acercamos rápidamente para resolver la incógnita planteada. Esta edificación, actual sede del Ayuntamiento de la localidad es una fortaleza pequeña pero que causa una gran impresión por su robusto aspecto.
El Castillo de Manzaneque fue construido el siglo XV por Don Íñigo de Ávalos. De éste pasó a Don Álvarez de Toledo, secretario de los Reyes Católicos, y posteriormente a los Condes de Cedillo, que acabaron por abandonarlo.

Tras tomar el dato, marchamos a dar buena cuenta del cordero asado que teníamos encargado, de las suculentas carnes, y del resto de apetitosas y muy provechosas viandas con las que el numeroso grupo, incrementado eventualmente por los simpáticos amigos jienenses de Lareval, se homenajeó con rotundidad, contundencia, intensidad, y devoción. Obviamente, después del festín, y después de haber visto lo que hay que ver, lo único que importaba con respecto a la posición final delcache es que no estuviese muy alejada de los coches, y como así se trataba, pues cerramos de manera absolutamente satisfactoria e inmejorable la visita a este emplazamiento.

Tras la visita a Manzaneque pusimos rumbo en dirección a Yébenes para buscar la N-401 y continuar por ella hasta el área recreativa "El Rinconcillo", emplazada a los pies del Castillo de Las Guadalerzas.
Aparcamos aquí y cruzamos la valla que da acceso al camino que nos lleva sin mayores problemas al pequeño cerro sobre el que se levanta este castillo. Se trata del llamado Castillo Cristiano, pues el emplazamiento original fue árabe, y se hallaba en zonas más bajas, junto al río, en una zona menos favorable para la defensa, de ahí que tras su conquista los cristianos decidieran mover el emplazamiento a la posición actual. Fue cedido por Alfonso VI para que se empleara como hospital de las órdenes militares presentes en la zona. Durante los siglos XV y XVI se levantaron torres cilíndricas en sus ángulos y sufrió algunas modificaciones y en tiempos de Felipe II fue convertido en colegio para las doncellas nobles. Aún hoy, conserva prácticamente intacto su almenaje.
El paseo hasta la fortaleza discurre por un camino público que atraviesa una finca privada. Se trata de un recorrido muy bonito y agradable, por un paraje que rompe el típico paisaje manchego a favor de verdes y frescas zonas de pasto en la ribera del río Bracea, y de bonito sotobosque y bosque mediterráneo en las laderas de estas pequeñas colinas de los Montes de Toledo.

Los chicos encontraron sin problema el cache y disfrutamos de un rato muy agradable en aquel entorno privilegiado. Regresamos a los coches compartiendo amena charla en este precioso paseo que nos dejó la luminosa tarde de junio.

Cerramos la Ruta de los Castillos del Sur de Toledo con la visita al impresionante Cerro Calderico, crestería típica manchega, única en su clase, donde se levanta esta imponente fortaleza cargada de historia y leyenda fielmente acompañada por casi una docena de molinos de viento tradicionales manchegos en excelente estado de conservación, gracias a las sucesivas restauraciones que se han puesto en práctica en las últimas décadas, actuando tanto en el castillocomo en los molinos, pero que no han podido evitar que se perdieran para siempre algunos de estos singulares artefactos.

Aún recuerdo mi primera visita a esta zona, cuando ni siquiera existía carretera de subida al cerro, un cerro coronado por siniestros esqueletos blancuzcos rodeando a una masa informe de piedras. En esa época todavía era relativamente sencillo encontrar puntas de flecha o restos de culatas de ballesta debajo de cualquier piedra, para gran regocijo de los expoliadores del patrimonio, todo ello fruto de la profunda decadencia y desinterés cultural generalizado en el que ha estado sumido España hasta el último cuarto del S.XX.
El emplazamiento tiene raices celtíberas, romanas y vigóticas, pero posiblemente la primera reconstrucción de castillo la realizara Almanzor en el siglo X, en pleno dominio musulmán de estas comarcas. Dada la importancia estratégica de esta plaza fue sucesivamente conquistada y reconquistada por moros y cristianos. El castillo fue definitivamente recuperado por los cristianos a mediados del siglo XII, y reconstruido por los Caballeros Hospitalarios entre ese siglo y el siguiente, y donado finalmente a la Orden de San Juan por Alfonso VII en el 1183.

Recomiendo visitar el Molino Bolero, sede de la oficina de turismo, donde se puede observar su maquinaria en excelente estado de conservación. El Castillo también puede visitarse por un módico precio, que merece la pena por el excelente trabajo de recuperación que se ha llevado a cabo. Interesante visita e inmejorable final para esta intensa jornada histórico-artística, gastronómica y de geocaching, hábilmente preparada por los chicos de Foroware.com (http://www.foroware.com/).
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