viernes, 21 de marzo de 2008

De Turleque a La Calderina en ruta Off-Road

Turleque tiene muchas cosas, y muy buenas. Una de ellas es, que tomando el camino que se tome, siempre se alcanzan parajes extraordinarios y singulares de esta zona de La Mancha, que ya se deja salpicar por un sinfín de sierrecillas de las estribaciones de Los Montes de Toledo. Otra de sus cosas buenas, es que siempre puedes encontrar a alguien dispuesto a recorrerlos.
Semana Santa en Turleque da pie, entre otras muchas cosas, a propiciar una buena ocasión para salir por estos campos manchegos en busca de un poco de acción y aventura. Esta vez ha sido Juan Félix el que nos ha propuesto realizar una ruta mixta de motos, quads, y 4x4 desde Turleque hasta Urda (Toledo), para terminar remontando el espectacular cerro de La Calderina, próximo a dicha localidad.

Fuimos todos puntuales en llegar al punto de encuentro, en torno a las 10:30h de la mañana de este Viernes Santo 21 de Marzo de 2008, a excepción de Luis, que padeció una desafortunada indisposición de última hora que le dejó fuera del plan. Desde aquí nos solidarizamos contigo Luis, deseamos tu pronta recuperación, y esperamos poder volver a verte pronto a los mandos del Frontera.

Así pues estábamos Barru y Juan Félix en moto, Fausto y Paco a los mandos de sus respectivos quads, y yo con el Sorento calentando motores cuando llegó Ángel a última hora para incorporarse a la ruta. Dado que Ángel también iría en coche, y que no había desayunado, vimos que lo más adecuado sería que los vehículos ligeros comenzaran la ruta y los coches fueran cubriendo bien la retaguardia.

El café fue muy rápido, por lo que inmediatamente fuimos a despertar a la bestia, el Toyota 4runner preparado con elevación +4 y cubrecarter artesano, y haciendo una breve parada tan sólo para sintonizar los Walkies PMR y ponerme a los mandos del Sorento, tomamos con ritmo vivo y ya con la 4x4 engranada el Camino de Urda.

Marchaba Ángel por delante, y al llegar al desvío donde partía el Camino de Las Guadalerzas nos asaltó la duda de si iríamos por el carril correcto. Así pues a la altura de la Sierra de la Gorra rectificamos el rumbo tomando la pista que sale hacia el Oeste.
Dicha pista no hizo sino devolvernos al camino de Urda unos kilómetros más adelante, casi a la altura de las llamadas Casas de Mencáliz, unas antiguas quinterías en estado ruinoso la mayor parte de ellas.
Seguimos por el Camino de Urda hasta cruzar la Autovía de los Viñedos, y continuamos la marcha dejando a nuestra derecha la llamada Sierra del Aljibe, atravesando sus estribaciones por el llamado paso o Puerto del Espesarejo, adentrándonos aún más en el corazón de estas serranías de las inmediaciones de Consuegra. El camino se hace aquí muy bonito y muy entretenido y rompe la monotonía de las grandes superficies de viñedo y cultivo, más típicas de La Mancha.

Pronto nos encontramos con el cruce con la carretera CM-4054. La cruzamos sin mayor novedad y continuamos por la pista, aproximándonos ahora a la Sierra del Oso, que dejamos a nuestra derecha, e inmediatamente nos empezamos a adentrar en el pequeño valle que forman las Sierras del Espeo y la Sierra Bermeja, paso que abandonamos tras superar el llamado Puerto de Tembleque, y que ya nos deja tras un par de kilómetros de marcha en la localidad de Urda.
Como íbamos mal de tiempo, decidimos efectuar la aproximación final a La Calderina por carretera, así pues desde Urda tomamos la CM-4167, que ya encara en dirección hacia la aguda y vistosa montaña, coronada por multitud de antenas de telefonía, y que se levanta sobre el terreno dejando ya entrever la hermosura de las vistas que su ascensión nos brindaría. Tras 11km de recorrido, llegamos al cruce con la N-401. Aquí efectuamos una pequeña parada para comprobar con la cartografía y verificar la pista por la que tendríamos que salirnos, y sin más, tomamos esta carretera en sentido Toledo, y tras un kilómetro de recorrido, la zona acondicionada de aparcamiento observable a nuestra izquierda, nos indicó el camino a seguir.


La pista que sube hacia La Calderina es amplia y está en buen estado, permitiéndonos avanzar con rapidez, discurriendo por un bonito pinar. Tan sólo los últimos metros se endurecen, especialmente por las tres curvas que giran casi en horquilla, con gran pendiente, y que han sido convenientemente hormigonadas para evitar pérdidas de tracción.
Una vez arriba nos reunimos con el resto del grupo, que ya llevaba un buen rato esperándonos. Desde la cumbre, a 1210 metros de altura, se domina una perspectiva inmejorable, tanto hacia el llano manchego (Urda, Consuegra, Madridejos, Camuñas, etc.) como hacia los Montes de Toledo (Sierra de Los Yébenes, Sierra del Castañar y Pico del Amor, Sierra de San Pablo de Los Montes, etc.), y un bonito paisaje de raña adehesada hacia el Sur del pico.


Pudimos adivinar en la lejanía la silueta del silo de Turleque, pudiéndose ver el pueblo incluso a simple vista, y en perfectas condiciones con prismáticos, así como las muy lejanas desde aquí, pero muy familiares para nosotros, Sierras de La Carbonera (a medio camino entre Turleque y consuegra) y toda la Sierra aledaña a Mora de Toledo, destacando la figura, lejana y distante, del Castillo de Peñas Negras.
Habiendo admirado este singular paisaje, procedimos al descenso para volver a reunirnos en la localidad de Urda. La bajada fue a buen ritmo y dejó varios derrapes peligrosos y espectaculares de los vehículos en las horquillas hormigonadas.

Una vez abajo, tomamos unos metros la pista paralela a la N-401, muy rota y peinada, con grandes socavones que propiciaron algunos botes más importantes de lo deseable. En este tramo Ángel perdió la antena de la emisora y la pasé por encima sin darme cuenta. Una vez vuelta a colocar, cruzamos la N-401 y tomamos, ahora si, una pista en mejor estado hacia Urda. En este punto nos fijamos que Ángel había vuelto a perder la antena, esta vez sin que nos hubiéramos dado cuenta, dándola por tanto por perdida.

La marcha hacia Urda fue vertiginosa, entre 70 y 90 km/h. Las pistas eran anchas y estaban en buenas condiciones, salvo un tramo muy roto donde tuve que bajar la velocidad ya que la suspensión del Sorento, extremadamente blanda, pegaba un numerosos rebotes que dejaban al vehículo sin tracción ni dirección durante algunos instantes, haciendo temeraria la conducción a esta velocidad. Muy pronto llegamos a Urda, destacando como anécdota curiosa el hecho de cruzarnos con unos paisanos paseando en un carrito tirado por un pony, ya muy cerca de la localidad.

Hicimos una breve parada en el Restaurante el Coto para tomar un ligero aperitivo, antes de afrontar el último tramo off-road hasta Turleque. A pesar de que habíamos hablado intentar marchar en grupo compacto y reducir la velocidad, el entusiasmo de los moteros fue desbordante y de nuevo tomamos vertiginosamente las pistas camino de Turleque. Esta vez evitamos pasar por el interior de las Sierras del Oso, Sierra Bermeja y Sierra del Aljibe, para rodearlas tomando rumbo norte, por el llamado Camino de Las Carretas, que discurría por una amplia llanura característica manchega. El ritmo frenético que imponían las motos hizo que el convoy se estirase en más de 1 km de distancia, desde el primero hasta el último, formando una tupida cortina de polvo visible a muchos kilómetros a la redonda.

Tras cruzar de nuevo la Autovía de los Viñedos, tres kilómetros más al Norte que por donde lo hicimos Ángel y yo en el camino de ida, tomamos el Camino de Toledo a Consuegra hasta las Casas de Mencáliz, y desde aquí el Camino de Turleque a Urda, que nos dejaría en Turleque tras unos minutos de marcha un poco más sosegada. Los vehículos ligeros, que al parecer aún no habían tenido bastante acción, decidieron dar un pequeño rodeo antes de entrar en el pueblo.
Terminamos la jornada en el punto de reunión habitual, el Pub Star Trek de Turleque, para una vez finalizada la conducción, poder disfrutar de unas cervezas conveniente acompañadas por sus correspondientes pinchos, diligentemente servidos por nuestros amigos Jose y Araceli.



Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc:

domingo, 16 de marzo de 2008

De ruta por la Sierra Pobre y Guadalajara.

Existe una extensa región en el interior de España que desde la Sierra Norte o Sierra Pobre de Madrid extiende hasta Teruel pasando por territorios Sorianos y Guadalajareños, que inquieta por varios motivos: su escasa densidad de población, la austera y conmovedora belleza de sus recónditos parajes, y la multitud de tesoros naturales y culturales que nos brinda; ocultos, en silencio, como si el reloj universal del tiempo se hubiese detenido aquí desde hace varios siglos, o incluso milenios, y sin que a nadie le haya importado.

Hoy hemos disfrutado de una inolvidable jornada preparada por Rafa (R_Omega) para los amigos de foroware.com, cubriendo una interesantísima ruta mixta entre carretera y 4x4 desde las inmediaciones de la localidad madrileña de Patones hasta la pequeña población de Retiendas, en Guadalajara, pasando por El Embalse del Vado y Tamajón, todo ello aderezado por la búsqueda de algunos geocaches en ruta.

El punto de encuentro era Fuente el Saz del Jarama, a las 9:00h en punto de la mañana. Llegué con 15 minutos de antelación por lo que pude aparcar y terminar de preparar con tranquilidad los waypoints y la cartografía que llevaba en la PDA. También fue muy puntual Pepe (ppcampillo), por lo que intentamos localizar sin éxito una cafetería abierta para hacer un desayuno rápido, visto lo cual regresamos rápidamente al punto de encuentro, cerca de la iglesia de la localidad.
Pronto llegaron, casi al mismo tiempo, Antonio y Noemí (Cherokee y Nahane) en su moto, Noelia y Juanma, Rafa (R_Omega) también moto y Marga, su mujer, a los mandos de un Land Cruiser, así como Román y María. Poco más tardaron en llegar Fernando (Ratone), Concha y el pequeño Pablo, y por último Rubén (Nebur). Una vez presentes todos los citados para la ocasión, nos reorganizamos por vehículos para formar un convoy compuesto exclusivamente por los vehículos todoterreno (tres vehículos) y dos motos y nos pusimos en marcha.

Mientras probábamos las comunicaciones PMR (Walkie en banda libre) consideramos que sería buena idea parar en Torrelaguna, tal y como nos había recomendado Rafa, para comprar una exquisitas magdalenas, o algún otro dulce dentro de la diversa variedad que nos ofrece la pastelería Casa Martín.

Tras la breve parada continuamos la marcha llegando rápidamente a la localidad de Patones de Abajo. Cruzamos lentamente la población para ir buscar un punto de aparcamiento situado unos kilómetros más adelante (N 40º53.082, W 003º27.262), muy cerca de la Cueva del Reguerillo, en un apartadero a mano derecha que sale tras coronar el pequeño cerrete situado tras superar la gran horquilla a izquierdas que hace aquí la carretera, para ir a buscar la población del Atazar.
Aquí comenzamos a dar un bonito paseo, no sin antes haber compartido algunas magdalenas con los compañeros moteros, que no habían parado por Torrelaguna. Nos dirigimos en primer lugar al cache, que aunque de nombre "Cueva del Reguerillo", en realidad se encuentra un poquito más alejado de la entrada a dicha gruta. Desde la zona del cache se dominaban unas espléndidas vistas al Embalse del Pontón de la Oliva, y a las abruptas paredes que a modo de colosal acantilado se alzan sobre el embalse.


A continuación nos dirigimos a la zona de la Sima de la Solana, teniendo especial precaución en la aproximación, ya que debíamos bajar unos metros por la pronunciada ladera sur de este cerro, con una pendiente descendente muy pronunciada. Esta sima es una de las numerosas cavidades que aquí pueden encontrarse. En este caso se trata de un pozo de unos 16 metros de profundidad con una boca de entrada realmente inquietante. Tras hacer unas fotos y entablar una agradable conversación disfrutando del agradable clima soleado que nos acompañaba, nos pusimos manos a la obra a localizar el cache, pudiendo dar con el mismo tras algunos minutos de búsqueda, y por fuerza bruta, ya que carecíamos de las coordenadas finales.
Tras las preceptivas firmas, Rafa tuvo la amabilidad de enseñarnos los yacimientos arqueológicos que aquí pueden encontrarse. Se trata de los restos de un Castro Celtíbero, donde podemos observar multitud de viviendas de planta cuadrada, algunas con espacios de enterramiento, y a unos metros del castro, también podemos encontrar los restos de una imponente edificación levantada aprovechando el resguardo de un cortado calizo del terreno, donde se conserva en buen estado el murete principal de la fachada y unas cuantas basas de columnas, por delante del murete, que debieron aprovecharse para cargar el techado de la edificación y formar así un amplio porche. Son, por tanto, unos vestigios muy recomendables de visitar. Acabamos la visita a la zona dirigiéndonos a la entrada de la famosa Cueva del Reguerillo, que actualmente tiene cerrados los accesos. Durante la aproximación a la cueva, Rafa me ayudó a despejar mis dudas sobre el funcionamiento del espectacular Sifón del Canal de Isabel II con sus visibles e impresionantes tubos, bajando por una ladera y subiendo por la opuesta, desplazando el agua hacia Madrid mediante el famoso principio de "vasos comunicantes". También nos acercamos a echar un vistazo a una de sus piscinas para satisfacer nuestra curiosidad sobre el funcionamiento de esta obra hidráulica.

Pusimos ahora rumbo hacia el Embalse del Vado, tomando la pista que sale en dirección al Pontón de la Oliva, haciendo una pequeña parada en un impresionante mirador sobre las colosales Paredes del Pontón de la Oliva, a las que también se les da el nombre de Muralla de Hércules. Bajo nuestros pies, una inquietante caída libre de varias decenas de metros. No en vano, esta zona es una de las más idóneas y preferentes en la Comunidad de Madrid para la práctica de escalada. Nos tomamos unos minutos para bajar con Rafa por un exiguo sendero hasta el camino que recorre la base de los cortados, pudiendo observar, efectivamente, las numerosas argollas y apoyos distribuidos por las paredes para facilitar la práctica de este tipo de deportes, y de hecho, pudimos percatarnos de la presencia de numerosos aficionados en la zona disfrutando de la actividad.

Tras la breve e interesante parada, nos dispusimos a cubrir el trayecto en 4x4 más largo de la jornada para dirigirnos a la Ermita de los Enebrales, cerca de Tamajón. Para ello, tomamos la pista de servicio del Canal, ancha y en buen estado, por la que circulamos con rapidez, pasando muy cerca pero sin llegar a entrar en las poblaciones de Alpedrete de la Sierra, Valdepeñas de la Sierra, Tortuero, Valdesotos, Puebla de Valles, y alcanzar finalmente la presa de El Vado. El paisaje fue cambiando paulatinamente, desde las zonas más abiertas y despejadas de las proximidades del Pontón de la Oliva, a los impresionantes y frondosos pinares que pudimos encontrar a medida que nos acercábamos a El Vado, con tramos de pista y carretera estrechos y zig-zagueantes, pero de gran belleza.

Tras atravesar la presa de El Vado y su bonito entorno natural, muy pronto llegamos a la Ermita de los Enebrales, en las inmediaciones de Tamajón. Una vez visitada la Ermita, y tomados los datos necesarios para la realización del cache "Tamajón", nos pusimos de camino al cache, tomando la pista que sale más o menos en frente de la ermita. Tras muy pocos metros de recorrido llegamos a una praderita muy despejada donde estacionamos los vehículos.

Estamos en la denominada "Pequeña Ciudad Encantada", por la diversidad de curiosas formaciones rocosas que aquí podemos encontrar, al estilo y semejanza de las existentes en la Ciudad Encantada conquense. Dimos un bonito paseo por este lugar hasta la ubicación del cache, visitando algunas grutas y cavidades, mientras algunos otros se encaramaban a altos riscos con el fin de tomar algunas fotos, desde abajo, y desde arriba, bonitas y espectaculares en todo caso.
Debían ser ya en torno a las 15:00h, por lo que vimos un buen momento para comer en la misma praderita donde habíamos aparcado los coches, en una zona de sombra muy fresca donde reposamos y charlamos durante un buen rato. Durante la comida, y por recomendación de Rafa, vimos con mucho interés la posibilidad de visitar la cercana Cueva del Chorrillo. Y así lo hicimos.
Así pues, tras reponer fuerzas, tomamos la carretera en dirección a Tamajón, saliéndonos por una pista que salía a mano izquierda, a medio camino entre la Ermita y la localidad. Esta pista gozaba de muy mal estado, con mucha roca, escalones, y pasos estrechos entre vegetación que llegaba a rallar los coches. Supuso un divertido trayecto para los 4x4, no así tanto para las motos, especialmente la de Antonio, que tuvo que cuidar muy mucho la integridad de sus bajos. Tomamos los frontales y toda la luminaria de la que disponíamos y nos adentramos con decisión en esta bonita gruta. Se llama Cueva del Chorrillo porque en tiempos de bonanza pluviométrica se forma una pequeña cascadita en su entrada, algo de lo que no pudimos disfrutar esta vez.

Una vez dentro, pronto nos dimos cuenta de sus respetables dimensiones, con grandes bóvedas y galerías que se desarrollan hacia el interior más y más. Pudimos observar numerosas poblaciones de murciélagos colgados de los techos de las bóvedas, a los que intentamos molestar lo mínimo posible. Al llegar a la parte final de la cueva encontramos zonas muy resbaladizas y cubiertas de arcilla, por lo que hubo de extremar las precauciones. En este punto pudimos disfrutar de algunas formaciones de estalactitas y estalagmitas espectaculares, y los más avezados, Román y Juanma, no dudaron en adentrarse por la última y muy exigua galería por la que tuvieron que pasar gateando. Mientras, el resto del grupo, pudimos disfrutar de unos inquietantes momentos de "silencio y oscuridad".
Finalizada la visita a la cueva, pusimos rumbo hacia el último destino del día, el Monasterio de Bonaval, en las inmediaciones de la localidad de Retiendas. Para ello podíamos efectuar la aproximación por carretera o cogiendo un pista desde Tamajón. Rafa nos advirtió que la pista era dura, pero como ya habíamos calentado motores con la aproximación a la cueva, no quisimos renunciar a la aventura. Efectivamente, la ruta empezaba por un tramo de pista arreglado pero rápidamente comenzó a estrecharse brindándonos tramos extremadamente pedregosos, con notables obstáculos, y con tupida vegetación, que llegaba a rayar el coche por ambos lados. Ratone no quiso dejar pasar la oportunidad de darnos una lección sobre cómo se suben y se bajan grandes pendientes.

Tras un tramo de algo más de un kilómetro de profundísimas roderas donde hubo que extremar las precauciones para no quedar encajados, llegamos al pueblo de Retiendas, donde nos reagrupamos, para tomar inmediatamente la pista que nos dejaría minutos después en el mismo Monasterio de Bonaval. Aparcamos y comenzamos el bonito paseo hasta la zona donde se encontraba el último cache del día.

Se trata éste de un paraje de gran belleza, en la ribera de Río Jarama. Aquí el río forma un espectacular cañón cuyas paredes se van haciendo más altas y abruptas a medida que avanzamos, siempre acompañando el curso del río. Este es un buen lugar para la observación de aves y otra fauna, no en vano es un lugar interesante para fines cinegéticos. Tras unos minutos de agradable paseo y mejor conversación, llegamos a la zona del cache, donde tras algún que otro despiste debido a la imprecisión de los GPS, dimos con el recipiente y procedimos a las respectivas firmas.
Ya de vuelta, nos salimos de la pista principal para dar un paseo por los amplios y llanos espacios de la ribera cercanos al monasterio, que en otro tiempo fueron tierras de labor trabajadas por los monjes.
Una vez llegamos de nuevo al monasterio, y ahora con más calma, tuvimos ocasión de visitar su interior, que si bien presenta un avanzado estado de ruina, esto no hace sino procurar una visita más inquietante y sobrecogedora. Y con tan brillante final de jornada, ya con la tarde bien echada encima, aprovechamos para esconder en las inmediaciones del monasterio un nuevo cache a modo de conmemoración de tan apasionante, entretenida e inolvidable jornada.

Terminamos así la tarde en Retiendas, relajadamente, compartiendo agradable charla y tomando unas cervezas y refrescos, acompañados por unas riquísimas tapas de queso y chorizo frito, y por supuesto, planeando... la siguiente.

Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc:


domingo, 9 de marzo de 2008

Descubriendo parajes recónditos y desconocidos de los Montes de Toledo.

Los Montes de Toledo presentan una alternativa, generalmente desconocida pero no menos recomendable al clásico senderismo guadarrameño. Las Sierras de Los Yébenes o del Castañar nos brindan rincones de naturaleza virgen y casi salvaje donde las manadas corzos, ciervos y muflones se abren paso con inusitado ímpetu desde las bellas dehesas del piedemonte serrano hasta los más altos riscos que coronan estas redondas y romas alturas.
Con la rigurosa puntualidad que caracteriza a los que entusiásticamente están dispuestos a darse un gran madrugón con el fin único de dar un gran paseo por el monte, a eso de las 8:00h de este Domingo 9 de Marzo de 2008, ya nos hallábamos presentes en el punto habitual de reunión, el Hostal la Perdiz, en Sonseca (Toledo), casi todos los convocados a esta bonita excursión organizada por el club de senderismo Torozo.

Rondábamos el número de 30 personas, llegados desde muchas partes de la provincia de Toledo y también desde Madrid; no en vano este tipo de excursiones despierta gran interés y expectación, ya que no existen muchas oportunidades de las que tomar provecho, debido fundamentalmente a las dificultades que presenta el acceso a estos montes, que exige un exquisito conocimiento del terreno para desenvolverse adecuadamente entre la intrincada maraña de caminos, la mayoría de ellos privados, y otros que aún siendo caminos públicos, están actualmente en litigio por atravesar fincas privadas de gran interés cinegético, y de cuyo paso es muy celosa la propiedad, desplegando a tal efecto grandes medios de guardería y vigilancia que en la mayoría de estas ocasiones, degeneran en conflictos con los excursionistas.

La ruta planificada originariamente discurría entre la Sierra de Los Yébenes y la del Castañar, ascendiendo por la ladera norte hasta el Collado de la Naciente y bajar por la ladera sur y tomar el camino de Marjaliza a Ventas con Peña Aguilera, que discurre por la base de esta ladera, hasta la altura del Collado de Valdepalacios, donde remontaríamos de nuevo la Sierra para retornar a la ladera Norte y cerrar la ruta de manera circular.

Esta ruta es especialmente conflictiva con los intereses de las fincas de la zona, a pesar de que en todo momento discurre por caminos públicos.Finalmente no ejecutamos esta planificación puesto que a última hora no pudieron asistir las personas más veteranas y curtidas en este tipo de situaciones del club Torozo, y por tanto se decidió realizar una ruta menos comprometida en lo que respecta a problemáticas de privacidad, pero similar en belleza, y por supuesto, en exigencia física (21Km con más de 600 mts de desnivel).

Así pues concretado el plan, montamos en los vehículos y efectuamos la aproximación a la nueva zona de inicio de ruta, la "Casa de Las Minas", circulando durante unos kilómetros por una pista en excelente estado. Este trayecto de aproximación pasa muy cerca de la llamada Torre Tolanca, una de las torres más antiguas de la comarca, de construcción hispano musulmana que puede datarse entre los siglos IX ó X.
Una vez llegados al punto de inicio y sin más dilación iniciamos la marcha en torno a las 8:35h tomando una pista que se dirigía con decisión hacia el Puerto de la Albarda. El inicio del camino va siempre hacia arriba pero muy suavemente, atravesando un bonito bosque mediterráneo de encinas, chaparros y enebros, algunos de ellos cubiertos por espectaculares capas de líquenes, que denotaban con su presencia la innegable calidad del aire que se respira en la zona.

La senda se va haciendo exigua a medida que se adentra en el bosque, creando unos pasos verdaderamente bonitos. Vamos tomando altura casi sin darnos cuenta, y cuando el camino se abre nos muestra una bonita perspectiva de la garganta por la que caminamos y las impresionantes pedrizas verde-azuladas que se encuentran en la ladera contraria del valle a la que nosotros llevamos. La última parte de la subida se endurece y rompe un poco el grupo, más por la agradable conversación que se va formando, que por la merma de fuerzas de los caminantes.

Coronamos el Puerto de la Albarda en torno a las 9:20h. Arriba en el collado disfrutamos de unas vistas espectaculares hacia la cara sur de la sierra con un magnífico paisaje de típica raña manchega y terreno adehesado. Si bien durante la subida disfrutamos de tiempo soleado, arriba en el collado apreciamos una densa capa de nubes localizada en la cara sur de la sierra, por debajo de nuestra altura, que nos adelantaba que en el descenso podríamos atravesar zonas con niebla.
También dominaba la vista, ligeramente hacia el Sureste, la presencia de un espectacular torreón sobre un pequeño cerrete de menor cota que el collado; lugar muy interesante del cual la cartografía que manejamos (SigPac 25.000 e IGN 50.000) no aporta ninguna referencia toponímica, y quizás por ello despierta aún mayor curiosidad. Aprovechamos estas fascinantes vista para parar durante cinco minutos y tomar el primer bocado de la mañana, ligerísimo, para continuar inmediatamente la marcha con decisión descendiendo por la ladera Sur.
El descenso lo realizamos por una senda bien marcada que discurre entre jaras y otras típicas especies de monte bajo, y que sortea con habilidad un entramado de pistas privadas para servicio de la finca, para ir a buscar el camino histórico de Marjaliza a Ventas con Peña Aguilera, y que discurre por la base de la ladera sur de esta sierra toledana.

A medida que perdemos altura la niebla y el frío hacen acto de presencia, mientras que el terreno también se va abriendo dejando paso a paisajes adehesados de encinas de gran belleza.

Al atravesar un ensanchamiento del camino sobre terreno muy arcilloso, aparecen numerosas charcas utilizadas por los jabalís para retozar, como así lo delatan las numerosas huellas que salen y entran de estos charcos. Este tramo desemboca en una gran balsa artificial, y a muy pocos metros una torreta que bien parece tratarse de un típico puesto de "espera" para fines cinegéticos. Allí mismo nos espera parado dentro de su vetusto "Montero" un individuo que nos ha acompañado en todo el descenso por el entramado de pistas alternativas. No saluda ni sale a nuestro encuentro, simplemente se limita a verificar que proseguimos nuestra marcha y nos alejamos de esta posición. Debían ser en este momento las 10:00h.
Continuamos la marcha entrando ahora en un terreno de bonitas y abiertas dehesas de encinas hasta llegar a la llamada Casa de las Salcedillas, en torno a las 10:40h. La gran explanada que se abre delante de la casa nos muestra un atroz espectáculo de numerosos despojos de animales de caza mayor (jabalís, corzos, ciervos, etc...) que como resultado de las monterías se han abandonado en este lugar. La única lectura positiva de esto pueden hacerla los buitres.

Tras el dantesco espectáculo proseguimos la marcha atravesando ahora una cancela que nos da acceso a una gran parcela arada en la que se ha borrado deliberadamente todo rastro del camino público que por aquí discurre, por lo que formamos fila india para intentar marcar la senda en la medida de lo posible. Superada la segunda cancela que delimita y da salida a esta finca, pronto llegamos a la Casa del Duende, donde hicimos una parada un poco más duradera y repusimos fuerzas de una manera un poco más adecuada, pero sin dar pie a grandes excesos con el tiempo de parada. No en vano debíamos afrontar ahora la subida hacia el Collado del Terrizo para remontar la ladera sur y cambiar de vertiente.
Así pues, tras la primera parada larga, proseguimos la marcha a las 11:10h buscando las primeras rampas que nos dejarían en el Collado del Terrizo. La subida empieza suave, entre chaparros y encinas que poco a poco van dejando paso a los arbustos de monte bajo y jaras. La pendiente se endurece a medida que se va ganando altura y a medio ascenso el grupo se rompe. De nuevo recuperamos el sol y el consiguiente aumento de temperatura, que unido al esfuerzo, hace que nos empiece a sobrar la manga larga.

Después de unos 45 minutos de marcha ascendente a ritmo muy vivo, coronamos el Terrizo a las 12:05h, donde paramos de nuevo para hacer la comida fuerte de la jornada. De nuevo desde lo alto del puerto pudimos disfrutar de extraordinarias vistas, esta vez hacia la vertiente Norte, donde se adivina un paisaje llano y de cultivo, más característico de la comarca manchega.
Tras 20 minutos de parada, proseguimos el descenso por la ladera Sur, primero por una amplia pista que discurre por un fabuloso robledal. Es muy llamativo observar como cambia la vegetación de una ladera a otra. Pronto la pista se convierte un cerrado zig-zag que nos brinda algunos pasos comprometidos por el terrible desnivel descendente que presentan. Un par de avezados ciclistas que paseaban por la zona levantan la admiración de los presentes por salvar estos peligrosos obstáculos a los mandos de sus monturas.

Finalizado el descenso en torno a las 13:00h, giramos en dirección Este para cerrar la ruta circular, caminando por una senda, bastante exigua en un principio, que evoluciona bordeando la base de la ladera Sur de la Sierra.

A medida que avanzamos la senda se va abriendo hasta desembocar en una bonita zona adehesada, en la que podemos encontrar alguna importante balsa de agua que alegra el paisaje, hasta llegar a las inmediaciones de la Casa de Rafael, muy cerca de la Casa de las Minas, punto de aparcamiento e inicio de la ruta, donde llegamos a las 14:05h, tras haber recorrido una distancia de 20,7 Kms.

domingo, 2 de marzo de 2008

Parajes inéditos de Toledo en 4x4

La provincia de Toledo esconde rincones tan soberbios como desconocidos, de gran riqueza y diversidad paisajística, geológica, botánica y faunística; pero siempre ideales para la práctica de actividades al aire libre. Aunque las más contundentes diferencias se aprecien en el ámbito comarcal (La Mancha, Montes de Toledo, La Jara, etc.), lo mejor de todo es que puedes encontrar y disfrutar esta diversidad allá donde menos te lo esperas. Hoy me gustaría presentaros dos enclaves toledanos, tan distintos como cercanos.

El primero de ellos es un bonito paraje influenciado por la curiosa orografía, característica de la comarca de La Mesa de Ocaña, una altiplanicie que se eleva con airosos escarpes desde los cauces del Tajo al norte, y muere bruscamente en el escalón de La Guardia, formando así un páramo que queda colgado a más de cien metros de altura sobre el valle del Tajo y enlaza por el sur con La Mancha.

Más concretamente, este Domingo 2 de Marzo de 2008, en torno a las 11:00h, yendo de camino hacia Turleque para saludar a familiares y amigos, como tarde no era y prisa no tenía, me desviada de la carretera Andalucía por la salida 81 en dirección hacia el llamado Cerro de las Maricas, donde se ubica empotrada en la roca caliza la Ermita del Santo Niño, muy cerca de la Población de La Guardia.

Dominan la panorámica en esta zona los numerosos cerretes y cortados característicos del paisaje propio de la Mesa de Ocaña. A parte del mencionado Cerro de Las Maricas, también se hayan cerca del lugar los llamados Cerros del Santo Niño, que al igual que la Ermita, toman su nombre en honor y memoria del jovencísimo mártir que según la leyenda supuestamente fue víctima de un asesinato ritual realizado por judíos y judeo-conversos a finales de la década de 1480 en la localidad de La Guardia.

Una vez en la base del cerro, entré con el coche siguiendo las indicaciones de un cartel que señalizaba la entrada a una pequeña urbanización. Pronto el asfalto desapareció y dio paso a una intrincada red de caminos y trialeras que recorren el frondoso pinar que se alza desde la base del cerro hasta su media altura. Se trata de un lugar muy tranquilo, fresco y bonito. Las pistas no están en muy buen estado, y además conservaban una muy superficial capa de barro que se manifiesta suficiente para proporcionar un divertido rato de conducción.

Así pues, tras un divertido y corto trayecto llegué a una zona en la que deliberadamente se habían realizado numerosas trampas para evitar la circulación de vehículos: Una cresta muy aguda, seguida por una zona de grandes socavones, para terminar en una pronunciadísima bajada, que casi sin ángulo de salida, se convertía en una pared vertical. Y hasta este último punto fue donde llegué con el Sorento, no la afronté por temor a quedar encajado en el fondo de la "U". Creo que hay pocos vehículos que puedan evitar esta "trampa".

Desde aquí abandoné el vehículo y continué el paseo remontando unos 80-100 metros de desnivel hasta la cima del cerrete, siguiendo en algunas ocasiones exiguas sendas que discurrían entre las paredes verticales calizas y profundas cárcavas. Una vez en la cumbre, se domina una panorámica soberbia hacia todos los cerros, llanuras y escarpes que componen este singular paraje de la Mesa de Ocaña.


Terminado el paseo por el bonito pinar, retorné al lugar donde había abandonado el vehículo, y me quedé un rato disfrutando de la tranquilidad de la zona, y haciendo superar al Sorento los obstáculos propiciados por las peores zonas de paso que deliberadamente iba buscando entre la maraña de caminos. Tras este breve rato de diversión, retomé la Carretera de Andalucía para continuar hacia Turleque.

Como el paseo off-road preliminar me había abierto el apetito, pensé que sería una buena idea realizar la aproximación a Turleque desde la vecina localidad de Tembleque, cogiendo el llamado Camino del Cristo del Valle. Estamos ya en la comarca de La Mancha, y el paisaje en los primeros metros de este camino hace honor a su peculiar orografía, ancha y plana, carente de grandes alturas, y plagada de campos de cultivo de cereal y vid, salpicándose entre ellos algún que otro Barbecho.

Respecto a la fauna de esta zona en concreto, lo más destacable es reseñar que resulta relativamente factible poder observar ejemplares de avutarda correteando cansinamente entre estos llanos y estepas. La pista está en muy buen estado y se avanza con velocidad. Tan sólo se sortean con suaves sube-y-bajas algunos montículos o pequeños cerretes a medida que nos aproximamos al Valle del Algodor. Estas suaves lomas ayudan a romper un poco el paisaje monótono de la llanura, y más aún por los peculiares hatos de leña que se depositan en sus cumbres, y que algunas aves adoptan como lugar de anidamiento. Aquí empiezan a aparecer algunos almendros en flor, que dan un pintoresco y bonito aspecto al paisaje. También se puede observar algún que otro vistoso silo, característicos de este lugar; edificaciones construidas aprovechando cavidades naturales en el terreno, empleadas normalmente como refugio de gañanes y animales.

Pero el cambio más radical de paisaje lo encontramos una vez llegados al propio Valle del Algodor, donde las vecinas Sierras del Buey y de San Juan, al otro lado del valle, y que configuran las primeras estribaciones de los Montes de Toledo, rompen con rotundidad la perfecta línea recta d el horizonte. Una vez dentro del valle, atravesamos lo que en otro tiempo fueron unas tupidas alamedas, que ahora, enfermas y acuciadas por la pertinaz sequía se han convertido en un pequeño bosque de troncos y palos desnudos y desnutridos. Al llegar a estas alamedas, el camino cruza formando un pequeño puente el llamado Arroyo del Caz, que si bien es habitual encontrarlo seco, hoy traía un pequeño reguero de agua que finalmente va a verter en el Río Algodor.

Siguiendo nuestro camino, llegamos ahora a la peculiar Ermita del Cristo del Valle, una joya del Barroco (s.XVII) perdida en este paraje manchego, tan interesante como desconocida, y cuya historia y construcción va asociada a una leyenda que nos habla de la milagrosa pintura del Cristo de La Palma (o de Santiago) que unos peregrinos realizaron en el silo de una casa de labor, como agradecimiento al hospedaje brindado por su propietario. Una vez en la ermita, debemos coger el camino que sale justo en frende de la misma, y que remonta con decisión la llamada Sierra de Enmedio. Una vez en lo alto de esta pequeña sierra se puede disfrutar de una extraordinaria panorámica sobre el Valle del Algodor y la Ermita del Cristo del Valle. Este camino nos dejará finalmente en Turleque tras unos pocos kilómetros recorriendo numerosos olivares y viñedos.


Para más información:

http://www.toledo-virtual.com/mesa-ocana/2-33-14-33.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Santo_Niño_de_La_Guardia