domingo, 18 de mayo de 2008

Ruta 4x4 Por Los Montes de Toledo y Los Quintos de Mora

Hoy hemos tenido la oportunidad de disfrutar de una fascinante ruta 4x4 perfectamente organizada por Juan Félix, que nos ha llevado desde Turleque hasta El Molinillo, pequeña pedanía de Retuerta de Bullaque, atravesando el corazón de los Montes de Toledo por el Congosto de Las Guadalerzas y por la célebre y privilegiada finca de Los Quintos de Mora.
Habíamos quedado a las 9:30h de la mañana en la plaza de Turleque para dar comienzo a esta nueva ruta off-road, que suma y sigue a las que ya hemos venido celebrando, y que van, poco a poco, consolidándose como una tradición. No fue hasta la poco antes de las 10:00h cuando finalmente se completó el convoy que iba a participar en esta nueva expedición, compuesta por las dos motos de Juan Félix y Álvaro (Barru), el quad de Paco, los Toyota Land Cruiser y 4Runner de Tito y Ángel respectivamente, y el Opel Frontera de Luis.

Iniciamos la marcha calentando motores hasta la Cooperativa agraria del pueblo, lugar donde comienza el Camino de Mora, y por tanto la ruta off-road, donde nos reagrupamos unos instantes, y una vez comprobado que todos estábamos dispuestos para salir, partimos inmediatamente con decisión.

La primera parte del Camino de Mora es una pista ancha y en buen estado por la que podemos circular a gran velocidad. Llegando al paraje conocido como la Cuesta Colorá la pista tiende a estrecharse y retorcerse para superar por el mejor las última estribaciones de la Sierra de Algodor, hasta que finalmente salimos al extenso y abierto Valle del Algodor, donde el camino sigue ahora el trazado totalmente rectilíneo de la primigenia carretera de Mora, como así nos lo indica el suelo empedrado sobre el pequeño talud por encima del cual nos vamos desplazando. Estamos en medio de la zona inundable del Embalse de Finisterre, aunque el nivel el agua, rara vez a llegado a anegar este lugar.

Nos salimos de esta pista tomando un camino a nuestra izquierda, en dirección Suroeste, a mitad del valle, por lo que pudo ser, según así nos lo indica la cartografía histórica (IGN 1:50.000, Hoja 686, 1884 y 1946), el antiguo Camino de La Cerca del Cura, pasando por los vestigios de las antiguas Casas de La Venta Vieja primero, y por los restos de La Venta del Escándalo un poco más adelante, ya cuando hemos alcanzado la antigua carretera CM-400, ahora prácticamente relegada a vía de servicio de la Autovía de Los Viñedos (CM-42). Estos vestigios de posadas y ventas nos recuerdan la importancia que tuvo este lugar, el paraje de Finisterre, como punto de parada y fonda, ya desde tiempos de Los Romanos, en el camino histórico de Toledo a Alcázar de San Juan.

Cruzamos por un paso soterrado la Autovía de los Viñedos y ya al otro lado, y tras seguir durante unos metros el camino de servicio paralelo a la autovía, nos desviamos a mano izquierda para tomar el Camino de Finisterre, un tramo en mal estado que con las últimas lluvias y la consiguiente abundancia de barro nos deparó algunos momentos divertidos, especialmente al afrontar el primero de los vadeos sobre el río Algodor.

Se trata de un paso largo, limpio, sin complicaciones dado la consistencia del suelo, y con abundancia de agua gracias a las últimas lluvias; todo lo cual nos deparó un momento muy divertido.

Tras el vadeo hicimos una breve parada para observar con más detalle el paso que habíamos hecho, y rápidamente proseguimos hasta encontrarnos con el Camino de Ciudad Real a Mora. Tomamos este girando en dirección Sur-Suroeste, avanzando hasta encontrarnos con la carretera Yébenes-Mora (CM-4054), la cual cruzamos sin mayores problemas.

Tras superar la carretera continuamos durante aproximadamente un kilómetro, para desviarnos ligeramente de la ruta y aproximarnos a visitar una vistosa torre, la cual alcanzamos tras efectuar otro divertido vadeo sobre el Río Algodor.

Llegamos a esta sorprendente atalaya donde hicimos la primera parada de descanso. No he conseguido obtener más información al respecto, tan sólo que se reseña en la topografía de IGN, 1:50.000, hoja 686, como Torre Árabe. Y en efecto, su buen estado de conservación permite constatar que atiende a las mismas características constructivas de otras atalayas árabes de la zona, guardando especialmente grandes similitudes con la famosa Torre Tolanca de Sonseca.
Tras la visita a esta Torre, retrocedimos sobre nuestros pasos para buscar ahora el llamado Camino de Las Carretas, pista ancha y en buen estado que nos permite avanzar con velocidad.

Cruzamos la carretera N-401 y proseguimos por este camino, divisando ya con nitidez en la lejanía, a nuestra izquierda, el impresionante Congosto de Las Guadalerzas, marcando el paso en forma de colosal “V” al corazón de los Montes de Toledo.

Llegados a una encrucijada de caminos confluentes en un puente sobre el Río Algodor, giramos en dirección Suroeste tomando ahora el Camino de San Marcos, que enfila con decisión la aproximación al Congosto de Las Guadalerzas, lo que nos permitió acercarnos a gran velocidad a este imponente valle.
Poco después de las 11:00h llegábamos a la entrada del desfiladero, de entrada muy angosta, flanqueada al Oeste por La Palomera (1.211 mts), y al Este por el pico de Los Gigantes (1.135 mts); el camino aquí se estrecha notablemente y se presenta muy tupido de vegetación en las cunetas, por lo que tuvimos que empezar a reducir considerablemente la marcha.

Afrontamos lentamente esta bonita travesía por la angosta garganta que da entrada al valle, disfrutando de las hermosas vistas que a ambos lados del camino nos brindaban estas espectaculares sierras, presentándonos sus colosales pedrizas de color verde-turquesa que adornaban las laderas, junto a los tupidos encinares que configuraban las partes más pobladas.

Pronto llegamos a una zona más abierta, ya en el llamado Valle de San Marcos, donde aprovechamos para hacer una nueva parada para intentar observar la fauna, especialmente los buitres y otras aves que anidan en los más altos riscos de la Sierra de los Torneros, que delimita el valle al Noroeste, y de la Sierra del Rebollarejo, marcado cordal montañoso que se nos presenta majestuoso al Sureste.

Proseguimos nuestro camino, abriéndose cada vez más el valle y brindándonos algún pequeño pero divertido vadeo entre los múltiples arroyos que caen desde ambas vertientes. Empiezan a aparecer zonas adehesadas de encinas, normalmente valladas al tratarse de fincas privadas de interés cinegético. Estamos en un lugar privilegiado para la observación de la fauna, corzo o ciervo fundamentalmente, por lo que transitamos muy despacio para no perder la oportunidad de descubrir algún animal pastando en las dehesas. Y así fue, conseguimos observar en esta zona un corzo por unos instantes, hasta que percatándose de nuestra presencia, trotó velozmente monte arriba.
Tras este avistamiento, suficiente para satisfacernos de momento, agilizamos la marcha flanqueados ahora por extensas parcelas de terreno adehesado, muy bonitas, hasta que llegamos a las inmediaciones de la famosa finca de Los Quintos de Mora. Rodeamos dicha finca en la que pudimos constatar las importantes medidas de seguridad y la vigilancia que existe alrededor de esta finca, dado su carácter y uso gubernamental.
Tomamos ahora un camino que parte desde las inmediaciones de finca en dirección a la pedanía de El Molinillo. Este tramo de camino rompe bastante el tipo de paisaje que traíamos hasta el momento, ya que discurre por una zona adehesada de pinos, que no hace mucho tiempo fuera un poblado pinar, del que deliberadamente se han llevado a cabo importantes talas. No obstante se trata de un sitio de singular belleza. Se trata del paraje denominado “Montes de Mora”.

Y por aquí proseguimos hasta alcanzar la “Casa de Bermú”, lugar donde acaba este pinar adehesado, y donde aprovechamos para efectuar una nueva parada y disfrutar de las bonitas vistas que desde esta zona disponíamos sobre el Embalse de la Torre de Abraham.
Continuamos la ruta tomando el camino de El Molinillo. El paisaje cambia de nuevo; estamos en una zona típica de raña, abriéndose hacia el sur amplísimas dehesas con hermosos ejemplares de encina, contundentemente podados en algunos casos. La pista está en buen estado y se presenta flanqueada de bonitas jaras en flor. Se salpican a ambos lado del camino numerosos puestos de espera de caza, y también podemos observar a ambos lado de la pista las charcas donde los jabalís bajan a retozar. Existen así mismo numerosos charcos y barrizales que propician momentos divertidos a la conducción.

Ya muy cerca de El Molinillo efectuamos una nueva parada en un lugar privilegiado para la observación de fauna, a pie de una valla que limita el acceso a una grandísima dehesa. Paramos aquí puesto que Juan Félix había encontrado en ocasiones anteriores numerosos restos de cuernos de ciervo. Tras permanecer unos momentos atentos, pudimos disfrutar de la observación de varias manadas de decenas de ejemplares de corzos y ciervos que transitaban por la dehesa, y que en la lejanía se asomaban a observarnos atentamente, para continuar con paso ligero a algún lugar donde se sintieran más protegidos.
Y tras esta interesante experiencia, retomamos el camino llegando ya inmediatamente a El Molinillo, donde dimos por concluida esta interesante ruta dando buena cuenta de unas suculentas carnes en el Restaurante “El Mirador del Molinillo”, poniendo así un inmejorable final a esta excepcional excursión.

Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc:


jueves, 15 de mayo de 2008

Una escapada a la Serranía de Cuenca

La Serranía de Cuenca cautiva para siempre al viajero que descubre sus infinitos rincones de serena y rotunda belleza por primera vez, como me cautivó a mí, hace ya algunos unos años. Desde entonces no puedo evitar volver a estos lugares en cada primavera: La Ciudad Encantada, El Ventano del Diablo, Las Hoces del Júcar, El Embalse de la Toba, la Laguna de Uña, el Nacimiento del Río Cuervo, Los Callejones de Las Majadas, La Reserva del Hosquillo, La Fuente y Estrecho de San Blas, El Estrecho del Infierno, El Cañón del Alto Tajo, La Laguna de Taravilla… son sólo algunos de los centenares de rincones mágicos que nunca te cansas de disfrutar y redescubrir con cada visita. Y lo mejor de todo es que, año tras año, y visita tras visita, nunca dejas de encontrar un nuevo sitio, de abrumador y sorprendente encanto.

Llegué a la ciudad Cuenca pasados unos minutos del medio día de este 15 de Mayo de 2008 con intención de tomar la carretera a Buenache de la Sierra y desde allí la pista que continúa hacia el Embalse de La Toba, donde me debiera estar esperando Fernando (Ratone) y familia para continuar juntos hacia el corazón de la Serranía de Cuenca y disfrutar allí de nuestros rincones favoritos practicando un poco de Geocaching. Al atravesar el Arco de Bezudo me percaté de la cercanía de un nuevo cache urbano, por lo que decidí hacer una parada para visitarlo. Se trata éste de un lugar muy recomendable, tanto por la componente histórica y artística, como por la intimidad que inspira el entorno, en el marco incomparable que nos ofrece la vista de la Hoz del Júcar bajo nuestros pies.

Antes de proseguir la marcha concreté con Fernando donde encontrarnos, y dado que aún le quedaba algo de faena en su tradicional búsqueda de setas de primavera en la zona, vimos que lo más conveniente sería vernos en Uña, donde aprovechamos para comer en el muy recomendable Restaurante “La Laguna”, que ofrece una carta con menú sencillo y casero, y sobre todo un excelente servicio por parte de Pilar e Isabel.

Tras la comida aprovechamos para dar un breve paseo por la piscifactoría cercana a la localidad.

Se trata un lugar extraordinariamente agradable, encajonado en un profundo cañón de altas paredes calizas, muy típicas de la zona, donde se remansan aguas cristalinas para su aprovechamiento en la cría de varias especies de truchas así como otros peces.

Tuvimos ocación de charlar y cambiar impresiones con algunos de los trabajores de la instalación, brindándonos un rato de conversación agradables mientras nos explicaban el funcionamiento básico de las instalaciones y nos enseñaban algunos ejemplares.

También acabamos la faena de recolección de setas, donde tuve la oportunidad de aprender a distinguir y buscar una curiosa especie, similar a las colmenillas, que requiere de su deshidratación antes de poder ser cocinada.
Habiendo pasado así una agradable sobremesa, pusimos rumbo a Tragacete, y desde allí directamente cogimos la pista que conduce al Albergue de San Blas, lugar donde gracias a las actividades educativas llevadas a cabo recientemente por el Museo de Las Ciencias de Castilla La Mancha en la zona, pudimos disfrutar buscando la nueva serie “Expericiencia”, compuesta por cinco caches.
Aparcamos en la zona del estrecho de San Blas en torno a las 17:00h. Este lugar es uno de esos rincones inolvidables por su conmovedora serenidad y su belleza natural. Desde que conocí este lugar hace ya varios años, en buena parte gracias a estas brillantes iniciativas de práctica de geocaching que el Museo de Las Ciencias de Castilla La Mancha ha venido desarrollando en la zona periódicamente, no he podido resistir la tentación de regresar año tras año a pasar al menos un fin de semana en este singular paraje, puerta de acceso a los rincones más hermosos de la Serranía de Cuenca.
Encontramos tres de los caches tras un corto paseo por las inmediaciones del Estrecho de San Blas, acompañando el cauce de un todavía muy incipiente Río Júcar, en medio de un silencio sobrecogedor que sólo se rompía por el canto de las aves y el característico sonido de la corriente de agua.

Siempre me ha resultado tremendamente fascinante de este lugar la llamada Fuente de San Blas; es realmente impresionante observar la capillita de Blas, labrada en la colosal roca, a cuyos pies surge a borbotones un impresionante chorro de agua clara, cristalina y fresquísima, que nunca pierdo oportunidad de beber así como rellenar mis cantimploras cada vez que vengo a este lugar. Este si que es un milagro, en toda regla.
Ya de regreso hacia Tragacete aparcamos a un lado de la misma carretera, a pocos metros de otro cache, que localizamos rápidamente, para después y desde aquí, dirigirnos al último de la serie, al que accedimos tras una breve pero intensa trepada desde la carretera, paseando durante algún tramo al lado de un bonito arroyo. Las vistas desde este lugar, por estar en la cima de un montículo bien posicionado en el paraje, son vistas absolutamente espectaculares hacia todas las direcciones, destacando especialmente la panorámica hacia la zona del Albergue y el Estrecho de San Blas, que lucía una estampa especialmente bonita y bucólica a la pálida luz del atardecer. No me cansaré de derrochar elogios para este lugar.

Finalizando así la tarde nos dirigimos a La Hospedería Real del Júcar, en Tragacete, donde ya casi tradicionalmente hacemos noche. Nos acomodamos en las habitaciones y salimos a dar una vuelta por el pueblo, regresando a cenar finalmente a la hospedería. Hay nuevo personal en el establecimiento desde hace unos meses, pero comprobamos con satisfacción que sigue siendo un lugar extraordinariamente acogedor con un trato muy familiar, y con una gastronomía sencilla y tradicional de la que nos beneficiamos a base de unas migas, morteruelo y mojete muy brillantemente elaboradas por el nuevo cocinero, Antonio, con el cual tuvimos ocasión además de compartir agradable conversación y velada nocturna antes de retirarnos a descansar.

A la mañana siguiente y tras desayunar, salimos de Tragacete pasadas las 10:30h de la mañana con rumbo al Nacimiento del Río Cuervo, para tomar la pista que sale hacia Las Majadas antes de llegar a El Perchel. Seguimos dicha pista adentrándonos por impresionante parajes de frondoso bosque entre los cortados calizos característicos de la Serranía de Cuenca, hasta llegar a las inmediaciones del Aula de la Naturaleza del Área Recreativa de Tejadillos, lugar en el cual rectificamos nuestro rumbo para tomar el tramo de pista que nos aproximaría a Poyatos y Fuertescusa, recorriendo el espectacular paraje de Las Hoces del Río Escabas.
Este tramo de pista asfaltada se ciñe con bastante adherencia al curso del Río Escabas, circulando por el fondo del escarpado y espectacular cañón que aquí forma dicho río, y que brinda unos paisajes de singular e inigualable belleza.
Llegados a Fuertescusa, pusimos rumbo a Cañamares primero, y desde allí a Priego, puerta de la llamada Ruta del Mimbre, para visitar el Convento de San Miguel de Las Victorias.

Cabe destacar la aproximación desde Cañamares, que obliga a atravesar la impresionante Hoz de Priego, brindando un paisaje que imprime un carácter sencillamente espectacular a la conducción durante esta travesía, y alzándose altivamente por encima de las pareces de la hoz, podremos adivinar en la lejanía la conmovedora silueta del Convento de San Miguel de Las Victorias presidiendo toda la estampa.

Tras visitar el Convento de San Miguel de Las Victorias en Priego, continuamos nuestro viaje de regreso a Madrid buscando la N-320, parando esta vez en las inmediaciones de un bonito lugar a orillas del Río Trabaque. Da gusto ver lo agradecido que es el campo en años de bonanza pluviométrica, el verdor inundaba toda esta Vega y los campos de cebada anejos alcanzan ya una sobresaliente altura en esta zona. Había ubicado a pocos metros un cache, cuya aproximación requería de una pequeña trepada por una sierreceja, una vez cruzado el río por una esclusa de regulación de cauce que aprovechamos a modo de puente. Recuerdo lo alto del pequeño montículo alfombrado de tupidas matas de tomillo en flor y alguna otra planta aromática que ayudaba a dinamizar la actividad de los cinco sentidos. Un lugar realmente agradable.

Tras disfrutar del bonito entorno a orillas del Río Trabaque, nos detuvimos ahora en las inmediaciones del Cerro de los Gaviluchos, en las inmediaciones de San Pedro Palmiches, en cuya cumbre podíamos encontrar otro cache.

El exceso de confianza en el puntero del GPS nos llevó a atacar la subida por el lado más complicado, que nos obligó a hacer algún malabarismo por las zonas más escarpadas para poder coronar el cerro. Una vez arriba encontramos el cache sin mayores complicaciones, y atisbamos de mejor forma el camino de bajada más adecuado. Se domina una bonita vista desde esta cumbre sobre el paisaje característico de esta zona: pequeños montículos poblados de encinas, pinos y otras especies, salpicados entre los terrenos de cultivo, de cereal o en barbecho.

Prosiguiendo nuestro viaje de regreso a Madrid por la carretera N-320, hicimos otra breve parada en las inmediaciones de la Ermita de la Embía, o Enviá, como puede leerse en algunos mapas, cerca de Canalejas del Arroyo y Castejón, para buscar de nuevo un cache escondido a orillas del río Mierdanchel, después del cual íbamos necesitando ya reponer fuerzas.

Tras almorzar a base de un exquisito picadillo de Matanza en Sacedón, retrocedimos unos kilómetros para visitar el Monasterio Cisterciense de Monsalud. Se trata de un emplazamiento que si bien no es extraordinariamente conocido en la actualidad, si que tuvo una relevante importancia durante la Edad Media. Fundado en el s.XII, fue considerado en tiempos como uno de los más importantes monasterios de Castilla, como así lo reafirma una visita pausada en la que nos detengamos a observar los detalles, las magnitudes y calidades arquitectónicas del conjunto.

Tras la visita al Monasterio de Monsalud nos dirigimos al Embalse de Entrepeñas para visitar el cache ubicado a los pies de su presa. Dimos con el camino adecuado, que nos condujo hacia la misma base del muro por el fondo del profundo valle que forma el cauce del río, siguiendo una pista que discurría entre una frondosísima vegetación que incluso limitaba en cierto modo la entrada de luz del día, dando un aire bastante inquietante a la travesía.

Finalizada la búsqueda, abandonamos la carretera N-320 para dirigirnos a la localidad de Zorita de Los Canes y visitar el cache emplazado en su monumental castillo. El tramo de carretera entre Sacedón y Zorita, pasando por Anguix y Sayatón nos dejó grabados en la retina unos parajes adehesados absolutamente soberbios, de belleza sobrecogedora, ensalzados por el especial verdor que lucen este año los campos, que nos dejan estampas donde se hace patente un contundente vigor natural, y que sólo se rompen en el momento que hace su aparición la central nuclear. Llegamos sin grandes dificultades al castillo y localizamos rápidamente el cache.

No obstante dedicamos un rato a visitar esta espectacular edificación, enclave Calatravo desde el s.XII de la que se puede destacar el buen estado de conservación de los pozos, aljibes y otras galerías subterráneas, así como determinadas edificaciones internas, de las que cabe destacar la iglesia, dentro de la cual llaman poderosamente la atención las escalinatas que se adentran en una cripta bajo el altar mayor, los restos de sepulcros en uno de sus muros externos, probablemente de Maestres de la Orden, o alguna inquietante cara adornando el centro de la bóveda de una edificación bien conservada (Sala del Moro), que pudo ser un antiguo calabozo (Para más información: http://www.aache.com/Castillos/guadalajara_zorita.htm). Esta visita ha supuesto el broche de oro para cerrar el excepcional fin de semana.

jueves, 1 de mayo de 2008

"Bermuda Triangle Expedition" en el Pirineo de Girona

Durante el puente de Mayo hemos disfrutado de una inolvidable estancia en Camprodón y su inigualable entorno natural, enmarcado en pleno Pirineo de Girona, donde hemos disfrutado de las intentas experiencias y emociones que nos ha propiciado la “Bermuda Triangle Expedition”; actividad de Geocaching-Aventura brillantemente organizada nuestro amigo Joaquim (Xaubet).

La serie “Bermuda Triangle” es una interesante colección de caches inspirada en los más famosos siniestros y desapariciones acaecidos en el célebre Triángulo de Las Bermudas. Estos caches se encuentran dispersos geográficamente en el entorno de Camprodón, Girona, formando un triángulo prácticamente perfecto.

Esta colección de caches fue objeto hace unos meses de un exitoso evento oficial de Geocaching. Estos días hemos aprovechado la invitación del autor de esta brillante trama, Xaubet, para reproducir la experiencia a una escala un poco más reducida, en la que he participado junto a Antonio y Noemí (Cherokee y Nahane); Oniram y Aivlis (Marino y Silvia), Fernando (Ratone), Concha, Pablo, y Jose (Hagall), por parte de la “delegación” madrileña, así como un numeroso grupo de compañeros de juego de Cataluña Joaquim y familia (Xaubet), Cal_Sabadell, Malu57, Jordi, Tipi100, Noedavne y Ciberaid.

Salíamos el 1 de Mayo de 2008, a las 9:30h de la mañana desde Alcobendas Jose (Hagall), Fernando (Ratone), Concha, el pequeño Pablo y yo tras efectuar las últimas recolocaciones y apretones al equipaje en el maletero del coche de Fernando, y nos pusimos en marcha tomando la R2 para evitar posibles atascos en la salida de Madrid.

El viaje iba a ser largo e intentaríamos amenizarlo al máximo aprovechando para visitar aquellos caches que se presentaran de manera favorable en la ruta. El primero de ellos fue el ubicado en el Toro de Osborne del p.k. 116 de la A2, donde así mismo aprovechamos para repostar en la cercana estación de servicio, y estirar un poco las piernas antes de continuar el viaje.

Nuestra segunda parada técnica para descansar y reponer fuerzas fue en el interesante pueblo de La Muela, población situada en medio de un espectacular parque eólico. Tras reponer fuerzas sentados en una agradable terracita a base de las generosas viandas aprovisionadas para el viaje, completamos rápidamente las estaciones intermedias del cache “Con el viento a favor”, y tras un breve trayecto en 4x4 por las pistas del parque eólico llegamos sin problemas a la ubicación final del escondite. Un lugar muy bonito con vistas espectaculares al parque eólico y a la desértica zona de los Monegros.

Desde allí proseguimos el viaje por estas pistas de la comarca de Los Monegros para evitar el monumental atasco que se había formado en las inmediaciones de Zaragoza, según nos informaba el resto de la expedición, que se hallaba unos kilómetros por delante. Pronto recuperamos la autovía y proseguimos de manera normal el viaje, sobrepasando deliberadamente algunos caches que vendrían más a mano a la vuelta.

Circulábamos charlando agradablemente cuando saltó el testigo de batería baja en el salpicadero del vehículo. A los pocos segundos Fernando percibió que la temperatura del vehículo estaba al máximo y paramos rápidamente. Inmediatamente identificamos la rotura de la correa del alternador. Tras unos minutos de parada y refrigerado el motor, pudimos continuar en marcha de emergencia durante aproximadamente un par de kilómetros hasta alcanzar un área de descanso. Tras unas llamadas telefónicas determinamos que iba a resultar muy difícil reparar el vehículo ese mismo día, por lo que avisamos los servicios de asistencia, que llevaron en grúa el vehículo a la población de Bujaraloz, a la espera de conseguir a la mañana siguiente una nueva correa y poder continuar el viaje. Así pues me quedé acompañando a Fernando, mientras que Concha, Pablo y Jose continuaron hacia Camprodón en el taxi proporcionado por la compañía de seguros.

Nos acomodamos en un correcto hostal de carretera, muy cercano al mismo taller donde repararíamos el vehículo a la mañana siguiente, y en que también concurrían un par de vehículos averiados en ruta, al igual que nosotros. Tras dar algún paseo por la localidad y cenar de manera correcta en uno de estos establecimientos sitos en el área de servicio junto a la carretera nos fuimos a descansar para aprovechar al máximo el día venidero.

Así pues, madrugamos bastante y bajamos al taller donde confirmaron la existencia de una correa de repuesto en Zaragoza, por lo que nos acercamos inmediatamente a recogerla en taxi, y una vez de vuelta, en poco menos de media hora ya teníamos el vehículo reparado, pudiendo por tanto continuar nuestro camino, poco antes de las 12:00h del medio día.

La verdad que estábamos tardando más de lo previsto, y llegada la hora de comer nos encontrábamos en las inmediaciones de Ripoll. Hicimos una parada de descanso en un restaurante de carretera pero no nos convenció demasiado, por lo que Fernando propuso desviarnos unos kilómetros a la localidad de Gombrèn, donde podríamos aprovechar para visitar el Santuario de Montgrony, donde además de disfrutar de la extraordinaria belleza del lugar podríamos comer en términos inigualables de relación calidad / precio.

La visita mereció mucho la pena por la belleza de este enclave, y el exquisito almuerzo que nos propiciamos, a base de una exquisita ensalada, butifarra con mogetes, cordero asado, y solomillo de ternera, todo ello no mucho más caro que un rutinario menú del día en Madrid.

Llegamos a nuestro destino, el Camping Vall de Camprodón poco antes de las 18:00h, donde nos esperaban Concha y Pablo. El resto de los chicos estaban dando un paseo por Camprodón tras acabar la primera jornada del Bermuda Triangle.

Así pues, tras acomodar el equipaje en el coqueto y cuidado bungalow, nos dirigimos a buscar al resto del grupo, encontramos finalmente en lo alto de bonito puente que preside el centro de la localidad.
Dimos un breve paseo guiado por Xaubet para tomar contacto con las calles de mayor actividad, reparando en algunos detalles curiosos, como las marcas en algunas fachadas, conmemorativas del nivel alcanzado por el agua en algunas de las trágicas inundaciones que asolaron la ciudad, la última de ellas en los años 40.

Y tras este breve y agradable paseo de toma de contacto con Camprodón regresamos al camping para prepararnos a disfrutar de la cena que Xaubet y familia nos iban a obsequiar a los integrantes de esta segunda edición del Bermuda Triangle.

Preparamos algunos complementos para la cena (queso, vino, etc…) y nos dirigimos a la bonita tienda permanente que Xaubet tiene habilitada en el camping, y pronto comenzaron a llegar el resto de compañeros catalanes con los que íbamos a compartir velada, Cal_Sabadell, Noedavne, Ciberaid, etc… entablándose una amena conversación.

La cena resultó impresionante, a base de una exquisita escudella amb galets de primero, que cocía en un espectacular caldero, y de butifarra amb mongetes de segundo. No nos cansaremos de agradecer a Carmen, Xaubet y familia la inolvidable velada que nos brindaron a los componentes de la expedición Bermuda Triangle.

Finalizado el festín, e inmersos en una apasionante conversación sobre geocaching, no pudimos resistir la tentación de secundar la atrevida propuesta del Maestro de Maestros para visitar el cache de la Ermita de San Antonio, ya bien entrada la noche.

Embriagados de entusiasmo, cogimos los vehículos y efectuamos la aproximación en un apasionante e inolvidable recorrido 4x4 nocturno para finalizar a pie los últimos metros hasta el cache.

Tras las preceptivas firmas, terminamos de disfrutar esta bonita, apacible y agradable noche desde el espectacular emplazamiento de la ermita. El paseo nocturno nos vino muy bien, para caer en la cama rendidos después de una jornada tan apasionante e intensa.


Habíamos quedado en torno a la 10:00h de la mañana a la salida del camping para afrontar una nueva jornada del Bermuda Triangle.

Finalmente partimos pasadas las 10:30h de la mañana y rápidamente tomamos la pista de hormigón que sale a la izquierda de la carretera unos metros más adelante, tras abandonar el camping en dirección a Camprodón.

Esta pista gana altura ascendiendo contundentemente por la vertiente sur de la Serra Cavallera hasta la media altura de esta falda, donde ya se hace más adherente a las curvas de nivel.

Nos aproximamos en coche a muy pocos metros del primer cache de la jornada, “El Rosalie”, completando a pie los últimos metros teniendo que superar una pequeña vaguada donde corre un bonito arroyo. La zona nos ofrece unas vistas soberbias.
Pusimos luego rumbo al cache de “El Mary Celeste”, itinerario que nos dejará para el recuerdo una bonita ruta off-road muy completa, con roderas, vadeos, grandes pendientes, zonas rotas y todo tipo de divertidos obstáculos, a medida que nos adentrábamos con decisión en el profundo valle formado entre las Sierras de la Cavallera y la del Pla de la Guaitada, por donde discurren con brío varios arroyos tributarios del Río Ter.

Tras la visita y firma en el cache, fuimos a ver y disfrutar un espectacular salto de agua sito a muy pocos metros, donde tuvimos la oportunidad de tomar alguna bonita foto y divertirnos vadeando el arroyo para llegar a la posición más indicada para obtener la mejor vista de la cascada. Un cache espectacular, en línea con todos los planteados.


Retornamos en ruta off-road desde el cache Mary Celeste, esta vez en sentido ascendente, y una vez retomamos la pista de hormigón pusimos rumbo al Collado del Burgarès, donde aparcamos en las inmediaciones de las antenas de telecomunicaciones emplazadas en este lugar.

Existen aquí unas praderas de ensueño donde disfrutar de unas vistas extraordinarias de todo el entorno. Aprovechamos este plácido y agradable lugar para hacer un descanso y reponer fuerzas disfrutando del día brillante y soleado que nos acompañaba.

Una vez acabamos el picnic, nos pusimos de nuevo en marcha no sin cierta pereza por lo agradable del momento, para dirigirnos ya a pie hacia el enigmático cache "El Atlanta", el cual localizamos a los pocos minutos de marcha por su cercanía, y sin plantearnos mayores problemas, por lo que inmediatamente pudimos continuar de camino hacia el último cache de la serie.

El tramo que separa "El Atlanta" del cache "El Olvido" es corto en distancia pero obliga a superar un desnivel relevante, llevándonos a lo alto de una pequeña loma que sobresale de la falda de la Serra Cavallera.

El paseo discurre por un entorno natural sin par, en el que tan sólo se presenta alguna dificultad a la hora de rebasar las alambradas electrificadas para el cerco del ganado.

Por lo demás cada cual subió a su ritmo quedando el grupo notablemente disperso avanzando por estos bonitos prados sobre los que se alzaban las contundentes alturas de la cuerda de la Serra Cavallera. Una vez todos sobre la loma, y encontrado el último cache de la Bermuda Triangle Expedition, nos hicimos algunas fotos de grupo para rememorar tan magnífico evento.

El regreso fue un poco accidentado para Ratone, Hagall y para mi. Perdimos mucha altura en muy poco tiempo y cuando nos dimos cuenta quedamos enriscados en medio de una profunda vaguada, por lo cual nuestra única opción fue seguir bajando para llegar a la carretera.

Encontramos una senda que nos facilitó las cosas, probablemente un viejo camino de carretas, el cual nos dejó en el mismo fondo de la vaguada, justo en el arroyo que por allí discurría. Como la carretera se hallaba a unos 250 metros siguiendo el curso del arroyo, decidimos acompañarlo para evitar perdernos, aunque fue absolutamente imposible caminar por sus márgenes debido la frondosa vegetación y lo accidentado de su geología. Por tanto la única alternativa que nos quedó para avanzar fue caminar por el medio de la corriente de agua hasta alcanzar la carretera. Inquietante pero divertido final, e inolvidable experiencia. Gracias de nuevo a Xaubet por venir a rescatarnos.

Y tras este cache finalizó la aventura “Bermuda Triangle”, por lo que regresamos al camping para asearnos, cambiarnos de ropa, y dirigirnos a la vecina localidad de Setcases donde teníamos reservado un restaurante con el que celebrar cenando junto a Xaubet y familia el final de este brillante acontecimiento.

Al día siguiente, Domingo 4 de Mayo, partíamos en torno a las 10:00h. de regreso a Madrid tras nuestra inolvidable estancia en Camprodón. Aprovechamos la cercanía de cache “Plaza 1” a nuestro paso por Zaragoza para hacer una parada de descanso en este bonito parque y firmar en el mini log-book del escondite. Disfrutamos de un radiante día que por temperatura podría ser más veraniego que primaveral.

Nuestra segunda parada fue para visitar el cache del toro de Osborne de la localidad de La Muela, zona que ya tuvimos oportunidad de visitar unos días antes, durante nuestro viaje de ida. Aprovechamos la mejor ocasión que nos brindaba el viaje de regreso para visitar este escondido.

Como nota curiosa a unos metros del mismo se hallaban dos tipos tirándose fotos mutuamente mientras posaban en sugerentes posturas. Elucubramos un buen rato si esta actitud fuera debida a una contundente embriaguez provocada por el desaforado número de pacharanes que pudiera haber propiciado el transcurso de una larguísima partida de mus, o bien, simplemente se trataba de frikismo.
La última parada del viaje de regreso fue para buscar el cache del P.K. 244. La pericia al volante de Fernando nos posicionó muy rápidamente ante el mismo panel del toro, a pesar de la poca evidencia de su acceso. Lo encontramos sin mayores dificultades, disfrutando de unas vistas muy bonitas del lugar.

Y así completamos la apasionante expedición “Bermuda Triangle” que nos ha tenido bien ocupados todo el largo puente de Mayo, y que nos ha dejado con un sensacional sabor de boca, y sobre todo con muchas ganas e intención de repetir una experiencia similar en un futuro, cercano, muy cercano.

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http://www.foroware.com/forum/forum_posts.asp?TID=275

Caches de la serie Bermuda Triangle realizados en Camprodón:

El Freya: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=76a24a73-595c-4987-bf7f-26b2fd84ab4e

El Cyclops: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=32f41887-cfe7-4693-b5a8-1f2f667de296

El Vuelo 19: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=7cb6918d-2f70-42ed-ba02-33db5f5c50df

El Rosalie: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=d4b6dadf-67de-477e-817f-26cc36766408

El Mary Celeste: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=22053eaa-4c96-457e-9326-893bb24282e0

El Atlanta: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=201a5354-50f9-48e7-847f-8bf9340732c7

El Olvido: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=f8b3e95a-c287-4448-aa65-a1669f9f1505