sábado, 27 de diciembre de 2008

Ruta 4x4 por la Mesa de Ocaña

La Provincia de Toledo ofrece una diversidad geográfica, geológica y paisajística que la convierten en un lugar privilegiado para la práctica de todo tipo de actividades outdoors, y resulta muy especialmente interesante para el desarrollo de rutas a motor. Hoy hemos disfrutado de una apasionante ruta 4x4 descubriendo los rincones más íntimos de la comarca de La Mesa de Ocaña.

Llegué a la localidad de Ocaña ligeramente pasadas las 9:30h de este Sábado 27 de Diciembre de 2008, y puntualmente en el lugar acordado ya estaba esperándome Luís a bordo de Opel Frontera.

Tras sintonizar los walkies para mantener contacto durante la ruta, no tardamos mucho tiempo en ponernos en marcha.

Salimos de Ocaña tomando el camino de Carabaña para dirigirnos hacia el despoblado de Oreja.

En los primeros kilómetros este camino no entraña dificultad alguna pero a medida que nos aproximamos a los límites de la Mesa de Ocaña con la Vega del Tajo empezamos a introducirnos entre los numerosos cerros de yeso que configuran la orografía de la zona, subiendo y bajando por trialeras en mal estado con grandes zanjas y roderas para cuya superación es necesario echar pie a tierra y estudiar el mejor paso para los vehículos.

Aquí pudimos empezar a comprobar que aquello no iba a ser un camino de rosas.



Llegamos al despoblado de Oreja, donde paramos para echar un vistazo y perdernos entre la casas en ruinas de este pueblo abandonado, y donde también pudimos disfrutar con las vistas hacia la espectacular Fortaleza de Oreja, elevándose majestuosamente sobre La Vega del Tajo.



Continuamos la marcha para bajar a la propia vega, afrontando una bajada de pendiente moderada pero con un firme extraordinariamente deslizante que nos obligo a bajar en 1ra reductora y extremando las precauciones. Aunque no había llovido, el relente y la humedad que se acumulaba en aquella umbría, unido a la naturaleza yesosa del terreno, habían echo desaparecer por completo el dibujo de los neumáticos, convirtiendo las ruedas de los vehículos en auténticos donuts que no proporcionaban adherencia alguna. En este punto nos cruzamos con un tractorista que venía en sentido contrario sin mayores problemas, al cual pregunté si la pendiente se hacía más pronunciada metros adelante para evitar el paso si fuese necesario, ante lo cual el hombre nos indicó que la pendiente seguía siendo moderada y que podríamos continuar sin problemas.



Al llegar abajo a la vega, nos encontramos con un camino de arena ancho y en muy buen estado pero completamente helado, presentado un bonito color blanco por la concentración de escarcha en la mañana. A pesar de esto, la adherencia no era mala, y pudimos continuar sin problemas durante unos metros, para volver a salirnos por el primer camino que nos encontramos a nuestra derecha y remontar de nuevo hacia la mesa. Esta subida era progresiva y no tan cerrada entre los cerros, por lo cual el firme estaba un poco más seco y por tanto no encontramos mayores problemas de adherencia.



Enseguida llegamos a un pequeño embalse, perteneciente probablemente a una finca particular, donde encontramos algunos pescadores en plena faena. Paramos unos momentos para disfrutar de este bonito paraje, y proseguimos la marcha rodeando el embalse para encarar la primera de las pronunciadas y problemáticas cuestas que nos encontraríamos hoy. Aunque el terreno tenía poca adherencia, pudimos superar esta cuesta sin problemas e incorporarnos al llamado Camino del Acirate que tomamos por unos metros, descendiendo de nuevo con energía por un terreno altamente resbaladizo, hasta encontrarnos con el Arroyo del carril, momento en el cual giramos a nuestra derecha para seguir el cauce de este arroyo, introduciéndonos por una cárcava bastante cerrada y donde el camino se estrechaba por la presencia de carrizales y vegetación típica de esta vega.

Pronto nos encontramos con otra cuesta importante que tuvimos que superar a base de energía e inercia, para subir la ladera Oeste del Cerro de Cabezagorda y atravesar la finca de "Los Almendros del Tajo", hasta llegar al cruce con la pequeña carretera TO-3113-V.

Tomamos dicha carretera por unos metros para salirnos a nuestra derecha por el camino llamado del Cordel de la Senda Galiana, el cual seguimos hasta la intersección con el Camino de la Cuesta. Enseguida comprendimos el motivo del nombre de este camino, pues ante nosotros pudimos observar una impresionante cuesta que afrontaba frontalmente la ascensión al cerro de La Abubilla.

Dudamos por unos momentos si afrontar o no la cuesta, dado que se apreciaba un desnivel descomunal y algunas zonas de roderas, y el firme se mostraba notablemente resbaladizo. Además el track de gps que llevábamos como referencia evitaba subir al cerro por esta cuesta (cara norte). Así pues dimos un pequeño rodeo para afrontar la ascensión por la subida por otro camino que ascendía desde el noreste.



De igual modo aquí la pendiente era considerable, por lo que comenté a Luís que esperase a que yo subiese y me diese unos metros de seguridad por si encontraba algún problema. Engrané reductora, salí en segunda y cuando cogí inercia metí la tercera para coger más velocidad. A medida que avanzaba, la pendiente se hacía más pronunciada y las ruedas comenzaban a avanzar en falso. Repentinamente me encontré con una curva muy cerrada con muchos baches y roderas y un firme muy deslizante. Al ver el obstáculo pisé a fondo y me metí por la zona peor para que las irregularidades del terreno ayudaran al vehículo a coger tracción. Como llevaba suficiente inercia lo superé trompeando y bailando un poco, pero sin mayores problemas. Avisé a Luís por el walkie de la situación y paré en un lugar donde la pendiente se suavizaba para esperarle.

Viendo que tardaba en llegar intenté contactar por walkie sin éxito, así que bajé un poco para intentar mejorar la comunicación, hasta que por fin pude contactar con Luís, que me dijo que se había quedado en la curva y no era capaz de superarla. Bajé a pie hasta su posición, y en ese momento es cuando pude apreciar la verdadera falta de adherencia del terreno, ya que se hacía muy difícil incluso caminar sin perder el equilibrio.

Tras un nuevo intento con cierta inercia, el Frontera volvió a quedarse en la rodera de la curva, así que echamos alguna piedra en la rodera externa y Luís procedió a un nuevo intento, esta vez abriéndose más hacia el lado externo de la curva, que estaba un poco menos pisado. Ahora si que el vehículo pudo superar esta parte, pero no llevaba suficiente inercia para vencer la contundente rampa de la salida de la curva, por lo que hubo que pararle y asegurarle de nuevo, ya que al intentar salir en parado, el vehículo incluso caía hacia atrás. Luís le encajó las ruedas de su izquierda en la rodera y quedó más o menos estable.

Nos planteamos si bajar el Sorento y tirar del Frontera con una eslinga, pero dada la fuerte pendiente y lo resbaladizo del piso podría ser una maniobra arriesgada que dejara a los dos coches atascados.

Lo que hicimos fue arrancar unas cuantas matas de esparto, algunas ramas secas y piedras para hacer una pequeña alfombra delante de cada rueda. Con esto conseguimos que el coche cogiera la suficiente tracción como para avanzar unos metros y empezar a coger inercia hasta que finalmente pudo superar la cuesta.



Quedaba sólo una maniobra delicada más para coronar, un fuerte giro a izquierdas para incorporarnos a la pista que subía desde la cara norte, también en muy fuerte pendiente, así que al llegar a la intersección, y parando para comprobar que no había peligro de vuelco, enganché la 2ª reductora y giré saliendo a tope. La cuesta era muy pronunciada pero aquí el firme estaba más asentado y lo superamos sin problemas.



Una vez arriba del todo paramos brevemente para disfrutar de las vistas. Circulamos por unos metros por este cerro de la Mesa para salirnos hacia nuestra izquierda y proceder a bajar hacia la vaguada del Arroyo de Valdevillarrubia. Sobre la cartografía esta bajada parecía más progresiva y segura que la subida al cerro, no obstante paramos en la llamada Casa de Las Laderas, justo al principio de la bajada, para examinarla unos metros a pie y evitar sorpresas.

Pudimos comprobar que la bajada, a parte de ser más progresiva, tenía un firme mucho más adherente, por lo que no vimos mayores problemas para continuar por aquí. Una vez abajo en la vaguada, pudimos comprobar que no existía puente alguno para cruzar el arroyo, sino que se trataba de un vado natural. Hoy el arroyo no traía apenas agua y lo cruzamos sin problemas, pero viendo la anchura del cauce y la frondosidad de los carrizales, este vado con abundancia agua seguro que se convierte en un paso bastante serio. A la salida del cauce nos encontramos una fuerte pendiente ascendente, que nos dejaría en la intersección con la carretera CM-322, muy cerca de Villarrubia de Santiago.



Aunque el plan inicial era llegar a Santa Cruz de La Zarza, dado que habíamos tardado más de 3 horas en recorrer 35 kilómetros, eran ya las 13:00h y quedaban otros 30km para terminar la ruta planificada originariamente, decidimos dar por concluida aquí la jornada Todoterreno, ya que habíamos tenido aventura suficiente y era buena hora para disfrutar de un refrigerio en Villarrubia de Santiago y regresar después a casa a comer. Una ruta absolutamente recomendable y que seguro que repetiremos

Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc:

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=267984

domingo, 7 de diciembre de 2008

Visita al Pueblo Viejo de Belchite y su entorno

El domingo 7 de Diciembre amaneció bastante despejado y moderado en temperatura, sin duda un auténtico regalo que la climatología nos estaba ofreciendo para disfrutar de manera óptima la intensa jornada que habíamos destinado para visitar el pueblo viejo de Belchite y algunas interesantes posiciones del frente de guerra.

Para mejor disfrute de la jornada habíamos concertado cita con un guía de excepción, Jaime Cinca, gran aficionado, estudioso e investigador de los terribles hechos aquí acaecidos, y que nos acompañó durante la mayor parte del día dándonos explicaciones oportunas, precisas y enriquecedoras de todos los emplazamientos que visitamos.

Empezamos la jornada visitando unas posiciones nacionales en el llamado vértice de parapetos, muy cercanos a la famosa localidad de Fuendetodos, lugar donde nació el insigne pintor Francisco de Goya.Se trata de un conjunto de búnkeres y trincheras en buen estado de conservación establecidos para rechazar un posible ataque republicano por carretera hacia Zaragoza. Estas posiciones nunca llegaron a entrar en combate, por lo que el estado de ruina que presentan algunos de los fortines se debió a los años posteriores a la guerra, pues muchas personas los utilizaban para estallar dentro obuses y bombas perdidas y poder recuperar así las espoletas, así como los metales y forjas que constituían el propio bunker; metales de relativo valor cuya venta soponía un flujo de ingresos relevante para muchas familias.

Desde este lugar nos dirigimos a lo alto del llamado Mojón del Lobo, en las inmediaciones de Almonacid de la Cuba, lugar al que accedimos tras una corta pero divertida aproximación en 4x4.

Desde este lugar se domina una soberbia panorámica sobre Belchite y el resto de poblaciones y parajes circundantes, por ello se trató de un punto estratégico importantísimo durante la contienda, cayendo alternativamente de un bando a otro.

En el momento de la batalla de Belchite este punto fue utilizado por el bando republicano para emplazar varias baterías artilleras y bombardear desde aquí la población. Todavía se conservan en el cerro galerías de servicio de la posición, que estuvimos recorriendo ante nuestro asombro y curiosidad. Desde este privilegiado lugar, Jaime nos explicó con todo lujo de detalles como discurrió la batalla, y también nos colocó en la cima del cerro un telémetro, característico binocular utilizado en la guerra civil que nos permitió disfrutar aún mucho más de la vista panorámica de la zona.

Concluida nuestra visita al Mojón del Lobo, nos acercamos finalmente a Belchite, plato fuerte de la jornada. Pronto nos reunimos todos frente al Arco de La Villa, punto de entrada a las ruinas históricas del pueblo viejo de Belchite. Dada que esta entrada estaba siendo rehabilitada para evitar su derrumbe, tuvimos que entrar al pueblo dando un pequeño rodeo.


Pronto accedimos a la Calle Mayor, arteria principal sobre la que se articula el recorrido principal por las ruinas históricas del pueblo. Cabe destacar el estado de total desolación en la que está inmersa la villa, aunque también es preciso aclarar que el estado en el que se encuentra en la actualidad, 100% ruinoso, es debido al transcurso de los años sobre unas edificaciones que no han sido sometidas a mantenimiento o rehabilitación alguna desde el final de la Guerra Civil. Tras la batalla de Belchite, tan sólo el 30% de la villa quedó completamente destruida, y de hecho, la población civil siguió viviendo en el pueblo varios años después de la guerra, hasta la construcción del pueblo nuevo.

El paseo por la Calle Mayor sobrecoge e impresiona. Tras unos metros tomamos un desvío a nuestra izquierda para acercarnos al convento de San Agustín (s.XVIII), en cuyo interior se adivina una exquisita decoración barroca que nos hace pensar en la soberbia belleza que alguna vez debió tener este templo. En su torre se puede observar con total perfección un obús sin estallar hincado entre los ladrillos.
Retomamos la Calle Mayor, para llegar ahora a la Plaza del Ayuntamiento, y un poco más adelante a la Torre del Reloj, una joya del Mudéjar de finales del s.XV que ha tenido que ser recientemente sometida a un proceso de restauración básico para evitar su desplome.
Continuando nuestro paseo, llegamos a la Iglesia de San Martín de Tours, sin duda el edificio más emblemático del pueblo y protagonista habitual de las fotos más características de Belchite. De origen Mudéjar (Dib.) el templo fue evolucionando arquitectónicamente hasta el siglo XIX.

Resulta conmovedora la lectura del poema que podemos encontrar inscrito en la puerta de entrada a la iglesia: "Pueblo viejo de Belchite, ya no te rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres.", firmado por N.B. que se según Jaime corresponden a las iniciales de Natalio Baquero, un antiguo vecino de la localidad.

Al lado de la iglesia, el Convento de San Rafael, otra joya arquitectónica del pueblo, amenaza con un derrumbe inexorable.

Y fue aquí donde concluimos nuestra interesantísima visita guiada a las ruinas históricas del pueblo viejo de Belchite, visita que disfrutamos enormemente gracias a las numerosas anécdotas y datos aportados por Jaime, al cual le agradecemos muchísimo su compañía y dedicación, que nos ha propiciado una jornada muy especial e inolvidable.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Daroca, la ciudad amurallada.

La Ciudad de Daroca, en Zaragoza, capital de la comarca del mismo nombre (Campo de Daroca), con poco más de 2.200 habitantes, ofrece al visitante un vastísimo patrimonio histórico, cultural y religioso encerrado dentro de un recinto fortificado delimitado por unos 4kms de muralla.

La muralla, levantada en los siglos XIII-XIV, que espectacularmente escala los cerretes colindantes y discurre por sus valles manteniendose casi inalterable ante el paso de los siglos.

De esta muralla se levantan robustos torreones cada pocos metros, dotando todo el conjunto de un intenso sabor medieval a la ciudad.

Puntualmente, antes de las 11:00h de este Sábado, 6 de Diciembre de 2008, ya nos encontrábamos presentes en la Plaza de España de Daroca, junto a la Oficina de Turismo, todos los asistentes a la visita guiada a la ciudad que habíamos programado dentro de la agenda de actividades para esta reunión de Puente de Diciembre organizada desde http://www.foroware.com/ que reuniría a un nutrido grupo de aficionados a Geocaching de Madrid y Cataluña.

Comenzamos la ruta visitando La Iglesia Colegial de Santa María de los Sagrados Corporales, sita en la misma Plaza de España. Empezó a construirse a mitad del siglo XII. Las obras duraron todo el siglo XIII y parte del XIV, y sufrió añadidos sustanciales a lo largo del XV. A finales del siglo XVI se construyó una iglesia nueva, aunque dejando algunos restos de la anterior. Es el conjunto que hoy podemos admirar, manteniendo la diversidad y riqueza de estilos arquitectónicos Románico, Mudéjar y Renacentista correspondientes a cada periodo histórico que atraviesa la evolución del templo.

En su interior, tenuemente iluminado por los exiguos haces de luz que dejan pasar las placas de alabastro que recubren los ventanales del templo, destacan las numerosas capillas, con retablos y ornamentación de diversos estilos y materiales, exquisitamente trabajados en todo caso.

De estas capillas destaca la Capilla de Los Sagrados Corporales. La capilla es la antigua cabecera de la iglesia románica, siendo una afortunada construcción de tipo franco flamenco a modo de jubé, o separación del altar del antiguo presbiterio. Forma todo un conjunto unitario, labrado en piedra blanca a lo largo del siglo XV. Parece que se empezó por encargo de Juan II de Aragón y se terminó con los Reyes Católicos. En esta capilla se custodian y muestran al público Los Sagrados Corporales, seis hostias consagradas, según dice la leyenda, que se conservan empapadas en sangre, que resudó milagrosamente de las formas durante un episodio de la reconquista, cuando las tropas Cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud se disponían a conquistar a los moros el Castillo de Chío el día 23 de febrero, de 1239, milagro al que se atribuye la victoria sobre los árabes.

En el Altar Mayor se eleva majestuoso el monumental Baldaquino, obra del barroco, ejecutada en 1682. Sobre cuatro pedestales de jaspes, otras tantas columnas salomónicas de mármol negro sostienen el baldaquino propiamente dicho, constituido por dos cúpulas de calada filigrana en madera dorada, en donde el artista zaragozano, Francisco Franco, coloca magistralmente distribuido un conjunto de figuras maravilloso y riquísimamente ornamentado, que además configura un prodigio de equilibrio lleno de fantasía e ingravidez. Destaca de igual modo en el Altar Mayor, el impresionante órgano, obra del organista de Calatayud, Pascual de Mallén de 1498.

Tras la visita al interior de este templo, salimos de nuevo a la calle para proseguir la marcha, deteniéndonos brevemente en uno de los laterales de la iglesia, donde se puede admirar la llamada Puerta del Perdón, muy bellamente decorada con motivos apocalípticos y del juicio final. Debe su nombre a poseer el privilegio de acogida y de perdón con sólo tocar con la mano uno de sus clavos y después santiguarse. Este clavo es diferente a los demás, y se distingue porque en su cabeza está marcada una cruz, que presenta un acusado desgaste por el continuo trasiego de gente que lo toca y manosea.

Proseguimos la marcha paseando por la bella ciudad, atravesando exiguas callejuelas que nos dejaban entrever la riqueza del patrimonio cultural y la bellaza que esconden los rincones de la ciudad. Llegamos a la Iglesia de San Juan de La Cuesta, sita en la parte alta de la ciudad, en la Plaza del mismo nombre, de origen Románico (siglo XII), se encuentra muy transformada debido a las sucesivas reedificaciones y restauraciones a que ha sido sometida. A mediados del siglo XIII se inicia la construcción en piedra hasta mitad del muro absidial, continuándose la obra en ladrillo.

Es la cabecera de la iglesia la que sufre la transformación y aunque los alarifes moriscos intentan seguir con fidelidad el diseño románico inicial, mediante la prolongación de las columnas con pilastras de ladrillo, introducen vanos polilobulados, que se separan de lo románico y lo caracterizan inequívocamente árabe. Desde este punto se tiene buena visibilidad sobre la ciudad y especialmente sobre La Iglesia de Santo Domingo de Silos (s. XII-XVIII), otra de las edificaciones más representativas de Daroca.

Algo similar a la evolución de La Iglesia de San Juan de La Cuesta ocurre con La Iglesia de San Miguel de Daroca, a la que llegamos tras continuar nuestro paseo por la parte alta de la ciudad, ubicada en la Plaza de San Miguel. Su construcción se empezó en el siglo XII, pero la mayor parte de la misma se realizaría durante el siglo XIII, en estilo Mudéjar. En el siglo XVII se transformó en una iglesia de aspecto totalmente Barroco.

Tras las preceptivas fotos y explicaciones en este lugar, continuamos la marcha hacia la parte baja de la ciudad, llegando a la impresionante y monumental Puerta de Abajo, levantada en el siglo XV como punto principal de entrada al recinto amurallado que guardaba la ciudad.

Junto a la Puerta de Abajo encontramos la Fuente de los Veinte Caños, considerada como uno de los más bellos ejemplos de fuente urbana de Aragón, construida entre los años 1639 y 1642. Está compuesta por un frontal de sillería dividido en diez tramos mediante pilastras decoradas con grutescos y capiteles con varios atlantes arrodillado bajo cada cual emergen sendos caños que antaño se empleaban para surtir los abrevaderos de las caballerías y proporcionar agua y refresco de los viajeros llegados a la ciudad.


En frente de la Puerta se Abajo se exhibe "El Ruejo". Se trata de una piedra de molino, que en el año 1575 salvo Daroca de una inundación. El día 14 de Junio de 1575, se desencadena una gran tormenta en Daroca, los sistemas de desagüe (la mina) no daban salida a tanto caudal de agua y las puertas de la ciudad estaban cerradas, formando un dique y el agua empezó a subir. La enorme rueda de molino bajo por toda la calle Mayor y choco con las puertas abriéndolas consiguiendo así liberar el agua embalsada dentro del recinto urbano.

Y en este punto finalizó la visita guiada a la ciudad y dio comienzo nuestra jornada particular de Geocaching. Gracias a la visita pudimos recuperar casi todos los puntos intermedios del cache "Daroca Monumental 1", salvo las incógnitas relacionadas con la Fuente de Mariano Navarro, por lo que nos dirigimos hacia allí, haciendo alguna parada en el camino que los asistentes a este evento aprovechamos para tomar algún café, y comprar algunos bocadillos para comer.

La fuente lucía una vistosa decoración navideña que captaba la atención de todos los viandantes, más aún cuando un grupo tan numeroso como el nuestro se detuvo para observar y contar los caños y cascaditas que componían este bonito conjunto urbano. Con todos los datos necesarios ya provistos, nos dirigimos hacia el lugar del cache, no sin antes contrastar y debatir cual pudiera ser el camino más adecuado, dada la posición que nos indicaba el GPS y la abrupta orografía que encierra a Daroca.

Finalmente elegimos el camino adecuado y pudimos llegar sin mayores problemas a la zona, desde la que pudimos disfrutar de unas interesantes vistas sobre la ciudad.

Estuvimos un buen rato firmando el libro de registros y haciendo intercambios, en ambiente relajado, y disfrutando de las conversaciones, para proseguir después hacia el cache "La Morica Encantada", oculto en la Torre de San Cristóbal (s.XIV), sita en uno de los cerros más destacados que rodean la ciudad, por donde discurre desafiando las leyes de la gravedad el impresionante recinto amurallado, hoy ya muy deteriorado.

La ascensión, flanqueando siempre la muralla hasta llegar a la torra, fue corta pero intensa, y puesto que ya eran casi las 14:30h, decidimos quedarnos allí a comer, momento que aprovechamos para descansar un poco y disfrutar de un amena conversación.

Tras dar buena cuenta de los bocadillos y demás viandas que habíamos aprovisionado para tal efecto, decidimos afrontar caminando el cache "La Casilla de Los Cazadores", ubicado a unos 3kms de distancia, y que nos brindó un bonito paseo por las pistas forestales que discurren por este tupido monte de pinares.

Tras poco más de media hora de marcha llegamos a la casa en cuestión, donde muy cerca pudimos recuperar el cache sin grandes complicaciones. Tras las preceptivas firmas, emprendimos de nuevo la marcha hacia Daroca, disfrutando también de divertidas conversaciones durante la marcha.



El cansancio acumulado de la jornada empezaba a notarse, más aún tras la caminata, pero las ganas de diversión alcanzaban su clímax, por tanto no dudamos ni un solo instante en rematar la jornada con una visita nocturna al Pueblo Viejo de Belchite. De camino a los coches algunos aprovecharon para tomar un café o hacer algunas compras rápidas en la ciudad, siendo destacable la oferta de dulces y repostería que nos ofrece la ciudad.

Llegamos al pueblo nuevo de Belchite en torno a las 18:20h, con la noche ya encima. Quedamos en la Plaza del Ayuntamiento, donde esperamos la llegada de todos los componentes de esta particular expedición tomando un café y unos refrescos en el Bar Sevilla, sito en la misma plaza. Nos resultó muy sobrecogedora la impresión que nos causó este pueblo, de arquitectura de corte militar, y en el que el tiempo parecía haberse congelado desde la década de los 50.

Una vez todos reagrupados, marchamos a visitar en la oscuridad el pueblo viejo de Belchite. Caminar entre estas ruinas es absolutamente sobrecoger, y trae a nuestra mente recuerdos de un pasado muy oscuro. Recorrimos muy despacio a la tenue luz de nuestras linternas la Calle Mayor.

Atravesamos la antigua Plaza del Ayuntamiento, para llegar poco después a Torre del Reloj, junto a la cual se eleva una imponente cruz de forja, y por fin llegamos a la Iglesia de San Martín, probablemente el edificio más emblemático y representativo del viejo pueblo.

La observación nocturna de sus bóvedas desplomadas, y su esquelética estructura a la luz de la luna, sobre la que se eleva el imponente torreón mudéjar, totalmente socavado y erosionado por el impacto de los proyectiles, es una de esas imágenes que a uno le quedan grabadas en la retina para siempre.


Aquí los asistentes no pudieron resistir la tentación de buscar el cache "Perdimos Todos", escondido en un rincón de esta iglesia. Así pues procedimos a la firma del libro de visitas e iniciamos el retorno. No perdimos ocasión a nuestro regreso de visitar otro de los importantes edificios del pueblo viejo, La Iglesia de San Agustín, de igual modo en estado de ruina. Los grabados en los cielos de sus capillas y columnas, y las figuras que aún conservan los capiteles, dejan muestra de la belleza extrema que una vez debió tener este lugar. Dentro de la Iglesia, pudimos disfrutar por unos momentos del silencio y la oscuridad que reina en Belchite.



Y así pues, en torno a las 21:00h, dimos por concluida la jornada, por lo que ya sólo restaba el viaje de vuelta a nuestro hotel en Cariñena, para disfrutar todos juntos de una estupenda cena y comentar las anécdotas y vivencias que nos deparó la jornada.

Para más información:


http://www.turismodezaragoza.es/provincia/patrimonio.php?item=267
http://www.corazones.org/lugares/espana/daroca/daroca_mila_eu.htm
http://www.turismodezaragoza.es/provincia/pueblos.php?item=094