miércoles, 17 de octubre de 2007

Puente del Pilar en el Pirineo de Lleida

Cuando llegaba a El Pont de Suert la noche del Miércoles 10 de Octubre, todavía no era consciente, ni por supuesto tenía la expectativa de que en aquel mismo momento se produjera el primero de los homenajes gastronómicos que nos ha deparado este interesante Puente del Pilar del 2007, en tierras del Pirineo de Lleida, concretamente en la comarca del Alta Ribagorça.

No en vano Iván y Natalia ya habían alisado el camino ganándose la simpatía y confianza de Jordi y Blanca, regentes del restaurante Miravet, en Les Bordes, pequeña pedanía anexa a la capital de la comarca. A mi me resultó imposible determinar un preferencia clara entre las habitas con butifarra, la sopa de cebolla, el guiso de carrillada de cerdo, o el fricando de ternera, todo ello generosamente regado con vino del país, ni mas aún respecto a los riquisimos postres; el pastel ruso, el requesón con miel, o la crema catalana. Tanta satisfacción nos produjo la ingesta de tan exquisitas viandas que esta tierra puso a nuestra disposición, que acordamos con Jordi la posibilidad de volver a almorzar el viernes, siempre y cuando consiguiera una pieza de carne con la suficiente reputación y solvencia como para medirse en singular maridaje con una adecuada guarnición de setas del valle. Alertados por su parte de las terribles carestías micológicas que azotan esta temporada, no sólo esta comarca, sino también las aledañas, pero ofreciendo un plan de contingencia por su parte basado en unas setitas de primavera, sabiamente conservadas por la abuela, no nos pareció éste motivo relevante como para no continuar con nuestro firme propósito de rendirnos un homenaje contundente, sino todo lo contrario.

Como hasta el momento del evento quedaba por delante un día entero, y medio de otro, decidimos emplear el Jueves en visitar, como plato fuerte del día, el Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio. Así pues a las 10:00h de la mañana nos poníamos en marcha con rumbo a Sort, pasando eso sí por la localidad de Senterada y adentrarnos en La Vall Fosca (El Valle Oscuro), para hacer una primera parada en el bonito lago de Montcortés. Me sorprendieron especialmente las jugosas y hermosas moras que encontramos a pie del lago, en contraste con las que recogí el fin de semana pasado en La Pedriza, bastante más pequeñas y carentes de agua.

Tras pasar un rato en el lago y tomar unas fotos proseguimos nuestro camino, pasando primero por Gerri de la Sal, para finalmente llegar a Sort, donde efectuamos la segunda parada del día, principalmente con objeto de adquirir algúnos décimos de lotería de Navidad en la famosa administración de loterías de La Bruixa d'Or.

Con la lotería en nuestro poder y alguna caña de acompañamiento, continuamos la marcha pasando por el bonito pueblo de Llavorsí y desviándonos posteriormente a la localidad de Espot, lugar desde el cual parten todas las excursiones que discurren desde la vertiente Este del Parque Nacional de Aigüestortes. Antes de visitar el parque examinamos la oferta gastronómica de la población y nos decidimos por un restaurante relativamente céntrico, cuyo menú del día
finalmente no sorprendió especialmente, aunque tampoco defraudó. Destacamos de éste la Escudella y la firme convicción y ferrea voluntad del personal de servicio para cobrarnos los chupitos habiendo ya sido abonado el montante principal del almuerzo.

Así pues nos dirigimos hacia el punto de salida del servicio de taxi-todoterreno que nos dejaría en las inmediaciones del Lago San Mauricio, ya que el acceso con vehículos particulares está prohibido. Tras unos minutos de espera hasta completar una hipotética 4ª plaza, o bien por la necesidad de vehículos en el parque, nos pusimos finalmente en marcha en esta ocasión debido al segundo de los motivos, dirigidos por un venerable anciano a los mandos de un Land Rover Defender de 9 plazas, que a mi juicio me pareció sobredimensionado en aptitudes todo-terreno teniendo en cuenta que el acceso al parque se efectuaba por una pista perfectamente asfaltada, y en el que acometimos los 9 kilómetros que separan la localidad del Lago.

La pista asfaltada discurre serpenteando por las laderas hasta llegar prácticamente a los pies del lago San Mauricio, en un paraje espectacular, donde despuntan altísimas cumbres nevadas alrededor del lago, y donde prolifera un frondoso bosque de pino, abeto, y abedules, ¡muchos abedules!.


Empezamos a caminar tomando la pista que comienza bordeando el lago, y tras algunos minutos de bonito paseo, con algún tramo complicado de subida, llegamos a la espectacular Cascada de la Ratera.

Dado que el tiempo empezaba a echarse encima, decidimos regresar al punto de recogida de taxi-todoterreno para regresar a Espot y continuar la marcha.

Tras algunos minutos de espera, puntualmente apareció por la pista uno de los Defenders, esta vez conducido por una mujer jóven, que se desenvolvía con soltura y habilidad a los mandos del singular vehículo. Era una chica seria, delgada aunque transmitía gran fortaleza, y de gran melena castaña, rizada, con mechas rubias, que la daba un aspecto felino y salvaje, como el de un lince ibérico. Según subía hacia la pequeña explanada del centro de interpretación para dar la vuelta con el vehículo, de repente, me encontré ante mi un cuadro en el que con un golpe de vista quedaba representado todo lo que más me gusta en esta vida: una montaña, un lago, un bosque, un Land Rover, y un lince ibérico.

Bajando hacia Espot, algún gamo saltando junto a la carretera captó nuestra atención, mientras ella nos explicaba como esta especie, no autóctona en este valle, introducida por intereses cinegéticos, ha ido proliferando en detrimento del rebeco, morador originario de estos bosques. También me aclaró la razón de ser del Defender no es precisamente por la pista de acceso, que es apta para cualquier turismo, sino por ser este vehículo el único capaz de desplazarse entre las tortuosas pistas que discurren por el interior del parque, y más aún cuando estás se encuentran totalmente cubiertas de nieve.

Ya en Espot, retomamos la marcha hacia el norte, pasado por Esterri D'Àneu, para poco después empezar a afrontar el Puerto de la Bonaigua. Coronamos ya con poca luz solar, atravesando tramos con niebla por encima de los 1900 metros, siendo el mayor aliciente que encontramos en el tránsito por este puerto de montaña la observación de un helicóptero que participaba con espectaculares maniobras en la obras de montaje de una torreta de alta tensión.

Cruzamos el Valle de Arán prácticamente de noche, aunque no por ello pasamos por alto la riqueza del valle y la consiguiente sobre-explotación urbanística que se puede apreciar en poblaciones como Baqueira.

Llegamos a Vielha ya con noche cerrada, afrontando desde aquí el último tramo de la ruta circular que nos volvería a dejar en El Pont de Suert, siendo lo más destacable de este trayecto el tránsito por el célebre túnel de Vielha, de aproximadamente 5 kms de longitud, bastante estrecho y aparentemente carente de medidas de seguridad, lo que le confiere un carácter un tanto angustioso.

El viernes amanecía bonito y despejado, y tras desayunar un rico bocadillito de pan con tomate y jamón, nos dispusimos a visitar el célebre conjunto Románico del Valle de Boi. Empezamos el recorrido por Erill La Vall, donde en primer lugar visitamos el centro de interpretación y posteriormente la Iglesia de Sta Eulalia., con subida al campanario incluida. A continuación marchamos hacia Taull, para primero dar un paseo por el casco de este bonito pueblo pirenáico y visitar la famosa Iglesia de Sant Climent.


Aquí ya se hacía patente el carácter festivo del día por la numerosa afluencia de visitantes; la subida a la torre de la edificación era un continuo trasiego de gente subiendo y bajando por las empinadas escaleras de madera. Destaca de esta Iglesia la reproducción del Pantocrátor que originariamente existió en ese mismo lugar. Continuamos con la Iglesia de San Juan de Boi, con también algún fresco restaurado de especial interés.

Y con ésta visita alcanzamos la hora del gran fasto gastronómico propiciado por Jordi y Blanca. Tras esperar unos minutos disfrutando de un agradable sol y una cerveza en la terraza, subimos a degustar la esquisita escudella, el arroz con almejas, y los patés que anticipaban la entrada de la suculenta chuleta de ternera que Blanca había adquirido directamente en el matadero el día anterior, exquisitamente acompañada de las setitas de la abuela. Sin duda alguna, el acontecimiento gastronómico del fin de semana. Aprovechamos la ocasión para visitar el camping anexo al restaurante, regentado por Ana, hermana de blanca, donde nos mostró unos bonitos bungalows en el interior de las instalaciones a un precio muy interesante.

Y para rebajar tan aparatosa comida, decidimos continuar con la visita a los pueblos del Románico La Vall de Boí, empezando la tarde por Durro. Aquí cabe destacar la bonita Iglesia de La Navititat, y pasado el casco urbano del pueblo, continuando por la extrecha carretera, llegando a lo alto de Montaña, en un mirador espectacular sobre todo el valle, la Ermita de San Quirc. Aquí aproveché para visitar el cache emplazado a pocos metros de la Ermita.

Salimos de Durro con el tiempo muy justo para llegar a visitar Sant Feliú de Barruera, y efectivamente, llegamos justo cuando acababan de cerrar. Por tando aprovechamos para dar un paseo por la ribera de Río Noguera de Tor y el curioso puente en suspensión de madera habilitado para cruzarlo. Acabamos la jornada con la visita a la muestra de Hongos y Setas
celebrada en Barruera, donde a pesar de la escasez generalizada de setas en la comarca, si que se exhibieron algunas especies interesantes.

El Sábado día 13 Iván y Natalia daban por finalizada su estancia, así que tras desayunar el ya acostumbrado bocadillito, esta vez de salchichón, me puse en marcha hacia el Valle de Arán.

Empecé visitando "Uelhs deth Joèu", entre Vielha y Bossòts, nacimiento del Río Joèu, un tributario del Garona que nace mágicamente en forma de una extraordinaria cascada, alimentada por las aguas que desde el glaciar del Aneto se filtran debajo de las montañas y en forma de corrientes subterráneas vienen a aparecer con inusitada fuerza en este lugar.

Pero no es ésto tan impresionante como la cercana "Plan dera Artiga", un espectacular circo glaciar que se abre en forma de pradera a los pies del macizo del Aneto y la Madaleta, donde los caballos campan a sus anchas a ambos márgenes del río, río que puede distingirse perfectamente como nace desde las más altas cumbres, y como su cauce va cayendo hasta el mismo circo en forma de espectaculares saltos de agua y cascadas de gran vigor.

La última vez que un paisaje me impresionó de manera tan intensa fue en Zakopane, Polonia, en la cima de Kasprowy Wierch, una de las más significativas alturas de la coordillera del Tatra.

Tras la visita a este sensacional paraje, un poco de geocaching en las inmediaciones de la cascada de Uelhs deth Joèu. La búsqueda fue complicada ya que era dificil mantener la cobertura del GPS y el error era extraordinariamente grande. Tras casi una hora de búsqueda me senté casi rendido sobre el murete que delimitaba la senda, había observado un montón de piedras llamativo y esperé a que el camino quedara un poco más despejado de gente para verificarlo. Una chica que deambulaba por allí se sentó a mi lado. Saqué la hoja impresa con las instrucciones del cache por n-ésima vez para darle un repaso, y entonces la chica me dijo: "Haces geocaching, ¿verdad?". Coincidencias de este juego, cada vez más frecuentes. Se trataba del equipo Elyan (Eloy y Ana) de Barcelona. Aunamos nuestros esfuerzos y a los pocos minutos Conseguimos dar con el cache.

De regreso al coche mantuvimos una agradable conversación, nos despedimos, y yo continué hacia Bossòts. Pueblo éste un tanto afrancesado, con edificios bonitos, pero nada especialmente diferente de todo lo que ya había visto hasta el momento. Muchos franceses pasando el día por allí. Tras comer algo rápido, decidí que no tenía mucho sentido seguir una hora o más en coche hasta Bagneres-Luchón, sólo para ver más de lo mismo. Así pués decidí retroceder hacia el Valle de Arán acometer otro cache cercano a la localidad de Bagergue.

Desde Bagergue salía una pista sin asfaltar que señalizaba dirigirse hacia un lugar llamado "Era Lana", paraje en el cual se ubicaba el cache, una bonita y amplia pradera. En un determinado momento me salí de la pista para dirigirme campo a través por una pronunciada ladera en línea recta hacia el cache, pudiendo aproximarme hasta tan sólo 150 metros aproximadamente. Como el freno de mano no era capaz de aguantar por si sólo el peso del coche por la terrible pendiente, dejé enganchada la primera. Me aproximé al cache y lo encontré sin ninguna dificultad. Desde allí se disfrutaba así mismo de unas excepcionales vistas, también con el macizo del Aneto y Madaleta presidiendo el horizonte.

Al regresar el coche no arrancaba. Debe existir algún pequeño problema en la codificación del código de seguridad de la llave que hace que el arranque falle una de cada diez veces, aproximadamente. Y tocó en aquella situación, con el Sorento colgado de una ladera de campo virgen que bien debiera presentar en torno a un 30% de desnivel. Al tener que pisar el embrague para arrancar, el coche quedaba suelto y sólo podía reterlo pisando cada vez más enérgicamente el freno, puesto que éste perdía paulatinamente efectividad por no actuar el servofreno al estar el motor parado. Cuando ya casi me resultaba imposible retener el coche, y tras 5 o 6 intentos, el coche arrancó, el engranaje de la reductora sonó a música celestial, y la correspondiente retención marcha atrás, aunque brusca, me devolvió el control sobre el vehículo y la seguridad.

Dado que el día no daba para mucho más, ni para mucho menos, me quedé en la zona poniendo un poco a prueba las aptitudes todoterreno del Sorento y efectuando divertidos vadeos sobre el río, poco profundo, y con lecho pedregoso y firme.


Ya de vuelta a la base de operaciones, hice una parada en Vielha para tomar un refresco y disfrutar de tan animada y bonita ciudad pirenáica. Y por la noche ya en Pont de Suert, tuve la ocasión de celebrar, casi sin buscarlo, el último de los homenajes gastronómicos que ha deparado la estancia en el Pirineo de Lleida, esta vez en Casa Modesto, donde lo más destable fue, a parte de la ya acostumbrada escudella, una trucha con salsa de almendras que estaba muy bien elaborada. Flan de queso y aguardiente de miel para finalizar e irme a descansar con la satisfacción que produce la sensación de haber sabido invertir adecuadamente el tiempo, para afrontar al día siguiente con entusiasmo el retorno a Madrid.

sábado, 6 de octubre de 2007

El Alcornoque del Bandolero.

Hoy he buscado la ocasión para visitar un árbol singular de la Comunidad de Madrid, que si bien aún no está amparado de manera oficial bajo esta forma de calificación y protección, si que está identificado y considerado como uno de los árboles más significativos de la Península Ibérica.

Se trata del "Alcornoque del Bandolero", un ejemplar de Alcornoque (Quercus Suber), de 11 metros de altura, 14 metros de copa, y dos troncos, con perímetro 2,15mts y 1,95mts respectivamente, al que se le atribuye una edad de entre 400 y 500 años. Se encuentra en la Pedriza del Manzanares, en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Río Manzanares, bellamente empotrado en una mole granítica. Su peculiaridad radica en la manera en la que sus raíces se ensartan dentro de la roca, como buscando desesperadamente una fuente de sustento y humedad. Nadie sabe como ha podido sobrevivir en esta precaria situación.

El difícil acceso a la peña que alberga este ejemplar ha sido un factor determinante para su conservación, pues le ha permitido mantenerse relativamente al margen del trasiego de bandoleros, maleantes, labriegos o pastores que durante siglos han deambulado por toda La Pedriza, y especialmente, ya en tiempos más cercanos, de los domingueros irrespetuosos.

Se dice de este árbol que dio cobijo a Pablo Santos, en el s.XIX, conocido como "El Bandido de La Pedriza", tomándo por este motivo el nombre de "Alcornoque del Bandolero". Dice la leyenda que este bandolero utilizó este peculiar alcornoque para esconder los botines que acaudalaba por sus actividades delictivas.
Para acceder a este árbol singular, tendrás que llegar a la localidad madrileña de Manzanares el Real. Puedes dejar tu vehículo en el aparcamiento de "El Tranco", y coger la pista rocosa y en fuerte pendiente ascendente que comienza en este mismo aparcamiento, en dirección Norte, perpendicular al curso del río Manzanares, siguiendo durante unos metros el recinto del bar restaurante. Una vez corones esta primera cuesta, en lugar de seguir las marcas amarillas y blancas típicas para la señalización de los senderos de Pequeño Recorrido (PR), gira a la derecha, en dirección Oeste. Tras 800 metros caminando por exigüas sendas que acompañan el cauce de un pequeño arroyo, y una vez cruzada una bonita pradera presidida en su parte central por un gran canto, la demoledora presencia de la "Peña del Indio" te marcará el lugar al que tendrás que dirigirte para poder encontrar el singular alcornoque. ( WGS84, N 40° 44.658 W 003° 52.463).

Ficha técnica de la ruta y descarga de track en Wikiloc: